lunes, 31 de diciembre de 2012

Cuento de Navidad

Último día, del último mes, de este último capítulo bisiesto.
¿Valoraciones? ¿Balances? ¿Balanzas? Sobrepeso. Este año salimos de él con sobrepeso, de kilos también, sí, pero de felicidad.
Porque la felicidad son cuatro kilitos de más. Y que siempre sobre es mejor que falte. Que de faltas entendemos todos, de ausencias y de echadas de menos estamos todos muy puestos y a veces se nos olvida un poquito sonreír.
En este 2012 he convivido con ausencias otro año más, con faltas, sobre todo de amor. Será que le doy demasiada importancia al mismo, será que qué menos que sentir en esta vida para lo corta que es. 

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He entendido que la vida se me queda pequeña cuando he sido consciente de la cantidad de libros que me voy a dejar por leer, de la cantidad de frases que están escondidas en páginas de librerías olvidadas, de antaño, de ayer, de ahora, de mañana. Que la vida sigue, como siempre. Con los de siempre y con los nuevos que llegan y son bien recibidos porque se dejan recibir.

A mis amigos, a los de siempre, que ellos lo saben, a mi esencia, a mi apoyo y mis viernes, a los que antes eran mi rutina y ahora son mi evento extraordinario, gracias, por seguir. Por hacer que esto avance.

A mi tercera fila, porque todos hemos sentido que este año ha sido el nuestro, que nos hemos acercado un poquito más y nos hemos dicho que nos queremos cuando lo necesitábamos escuchar. Gracias por las tardes de biblioteca, por el estudio compartido, por formar parte de mi día a día sino por serlo.

A mi familia, que dando por hecho que iban a estar ahí, lo han seguido haciendo. El abrazo más grande es para ellos, para cada uno de vosotros, para vuestra entrada de año y para vuestra salida de este infierno. Seguiremos ardiendo, pero juntos.

Y por supuesto a ti, a lo que se ha convertido en mi ausencia diaria, en mis cuatro kilitos de más, en mi sobrepeso. A ti, mi amor, por tropezarte conmigo, por levantarte a mi lado y por querer caer al unísono. Gracias por devolverlo, por traerme de vuelta a las llamas y mantenerme helada.
Gracias Enya, por sumar fechas a mi calendario, por pintarme las paredes del cuarto con besos, con post-it, por ser burbuja en mi baño, por ser dirección equivocada pero bonita, por ser poesía a media mañana.
Te quiero mucho, y te deseo una feliz entrada de año y una buena salida, aunque no estemos siendo, estoy contigo. Como cada día. Ojalá un año entero contigo.

A todos, os quiero y os deseo lo mejor, pero lo mejor de corazón, no de palabra.
Al día, a la noche, a los desayunos, a las butacas de los cines, a los domingos, a los días de agobio, a los día de relax, a los zapatos que tiré y a los que me compraré para pisar más fuerte todavía.
A los años, al progreso, al avance dentro de este retroceso, gracias a la vida por dejarme escribir esto, por darme un ratito más de oxígeno, por cuidarme.

Mi vida son todos ellos.
Mi 2012 se va con ellos.
Mi 2013 empieza, ojalá, con cada uno de ellos. 

domingo, 30 de diciembre de 2012

Declaración número 3

Para entender el concepto de éxtasis
necesitas una noche a su lado.
Sí, es así,
el nirvana está en su cuerpo
y mis sueños en sus manos.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

En(,) pocas palabras


Amor eres tú cenando
enfrente mía,
intentando aguantar la carcajada
después de dos miradas.

Amor eres tú,
explicándome que la mejor poesía
no rima,
y que lo sé a ciencia (in)cierta.

Amor es Madrid con tus pisadas.
El amor tiene que ver
con veinte poemas y un libro.

El amor te dije que éramos nosotras
perdiéndonos,
en cualquier sitio.

Amor eres tú diciéndome
que si eso no es amor,
se le parece mucho.

Amor son las lágrimas que brotan
ante la imposibilidad del suceso.
Amor es el abrazo de calma
y los besos en los párpados.

Amor son las mil preguntas sobre esto
que me hago diarias.
Amor es preguntarse las veces que haga falta
con tal de no dañar más.

Amor es la respuesta que obtengo
a las mil cuestiones formuladas.
Amor es el miedo que siento
al sentir tan fuerte a tu lado.

Amor, amar, a-mar,
amarnos, amarte, amarse,
amordiscos.

Mi corazón hecho añicos
cuando entiende que te vas.
Mi cabeza en tu cuello
cuando te ve regresar.

Amor, cuatro letras
que esconden mil maneras
de empezar.

Amor en manos heladas,
en pies que se aman.
Amor de mañana,
amor de madrugada.

Amor por tu empeine,
por tus rodillas disparadas.
Amor de subida,
amor de bajada.

Amor en líneas que se borran
si son amadas.



La fuerza de continuar
abrazada a tu risa.
La suerte de amar unas yemas,
no la tiene cualquiera.

Y a cualquiera has ido a parar.

Ésta cualquiera te intenta llamar cada noche
cuando no te encuentra a su lado.
Te suplica nueve mil veintitrés veces que regreses,
que sus miedos cogen confianza
y se crecen con tu ausencia.

Ésta cualquiera sabe
que con tus caderas,
eres capaz de descifrar mapas,
que el contorno de tus lóbulos
tiene impregnado sus huellas maxilares,
y que su talón de Aquiles se encuentra
a la altura de tu corazón.

Quizá un poquito más abajo.
Quizá un poquito más deprisa.
Quizá nunca.
Quizá siempre. 

jueves, 13 de diciembre de 2012

Un paseo y nada más


Y pensarte se convierte entonces
en una pelea entre mis dedos y mi pelo.
En un revoltijo de desconcierto
donde parece que el mundo se vuelve más pequeño.

No queda nada más que el recuerdo entre mis textos,
el sudor entre mis sábanas,
los buenos días sin mañana,
las buenas noches sin tu cama.

Y te vas, y regresas
todo a un ritmo tan lento 
que parece que vas hacia atrás.
Pero no.
Avanzas e impulsas mis pasos hacia a ti,
hacia nuestro próximo encuentro,
hacia tu dulzura que aparentemente,
sólo invierte en mí.

Bienvenida a este revuelo,
hasta guerra sin guerrero,
bienvenida a Madrid,
y a los conciertos de por aquí.

Perdónate por querer perderte en una ciudad
donde la noche sólo suena a Marwan,
Malasaña se ensaña con tu garganta
y mis manos sólo buscan tu piel.

Bienvenida a este alma
que reclama calma,
bienvenida a este vacío
que no espera ser llenado,
bienvenida a estas ojeras
que no inspiran confianza,
bienvenida a este interior que tirita
por cada una de tu faltas.

Sólo una última vez.
Déjame decirte que encontrarte
ha sido una suerte,
que mi vida ya no entiende de vagones
sin ti.

Que la espera entre caídas
ha sido suficiente,
y que espero que consigas
saber quedarte en mí.  

martes, 11 de diciembre de 2012

El amor empieza por "E"


Todo lo que vino después, fuiste tú.
Tú, robando mis palabras, 
deshaciendo mis textos.
Tú, olvidándote de todo 
y acordándote de mí.

Fuiste tú, la que invitaste a asomarnos al abismo.
Tú, la que apostaste todo a mi morado
sin saber qué pasaría con tu azul.

En una noche te hiciste conmigo,
en una única noche me sacaste de mí.

Y es que no puedo no pensar que tus manos
no estén hechas de versos,
que hemos tardado tanto tiempo en encontrarnos
que a veces me parece un suicidio.
Que has tardado veinte años en felicitarme la vida
con un “felices tú”, 
porque no estás feliz por la tardanza,
sino por habernos cruzado.
Felices nosotras, que aguantamos la distancia 
soportamos los segundos sin vivirnos.
Felices tú y feliz vida te dieron.
Feliz vida déjame darte.
Felices y buenas noches me gritan tus latidos.

Porque supe que subir al cielo
era escalar por tus caderas,
y entendí que todos los caminos
llevaban hasta a ti.
Me enseñaste que el atajo se escondía en tu clavícula,
y me invitabas a tomarlo empezando por tu espalda.
Me perdí por un tiempo en tus costillas,
hasta que tu voz, en formato susurro, 
me indicaba el desvío.
Me choqué con tu cuello 
y no supe hacer otra cosa que remolonear en él, 
pero tu boca ya gritaba demasiado
y no podíamos hacer mucho ruido.

Así que fui,
llegué a tus colmillos
y mientras me suplicabas que parase,
acelerabas mis ganas de que durásemos más.
Te dejé con la palabra en la boca y unos cuantos quejidos,
yo tomé el rumbo que llevaba hasta tu ombligo.
Te hicieron falta más de dos manos para elevarme contigo,
y opté por buscar un nuevo significado del amor.

Entonces me hiciste entender
que el amor era perderse contigo,
que el amor era algo así como llover. 

Mis hombros no dejaban de tiritar cuando me fui,
y era porque me escapé tan lejos 
que parecía haberme ido de mí.

Y te fuiste conmigo
y nos fuimos de aquí,
de donde viven los humanos,
de donde me pediste huir.

Y vi que el séptimo cielo estaba en mis manos,
y vi que el sexto sentido era acariciarte el alma con mis yemas.
Y bajamos 
y en la noche,
volvimos a subir.

Después de perder la cuenta de mis pulsaciones,
asigné a mi diccionario 
que el amor era la noche antes del domingo
donde me prestabas escaleras para subir hasta tu piel.
El amor era escaparse contigo 
y abandonar el mundo por tu última costilla, 
donde me pedías por favor, que lo hiciera otra vez.

El amor era la mañana de despedida en la que sabía 
que ya
no te volvería a ver.
El amor parece que anda de puntillas,
cuando se trata de comenzar otra vez.

El amor eres tú volviendo cada mañana a la vida,
despertando con tu risa cada parte de mi ser.
El amor es encontrarte en los libros que guardan
las mil formas de volver a empezar, 
a querer.



viernes, 30 de noviembre de 2012

Para escribir agua



Un día me preguntaron que esperaba de la vida y respondí:
"De la vida dejé de esperar cuando me arrebataron mi siempre, cuando todos mis sueños volaron sin ser cumplidos, dando por hecho que tenían alas y se marcharon con las huidas.
La vida me dijo que esperara mi casualidad y yo me negué porque ya no creía en sus días ni en sus avisos. Me ofrecía 86400 segundos en directo y sin cortes pero no me dijo que los que no viviera se perdían. Parece obvio, sí, pero esperaba guardarlos.
Opté por no contar y empecé a vivir, o mejor, dejarme vivir. Me vivieron, se cansaron y algunos se fueron, pero otros permanecieron. Hasta el final, como valientes. No digo que quien se fue se apellidase cobarde, seguro se llamaba inteligente. Al escuchar previsión de lluvia dijeron “me voy al sol” y me dejaron con la tormenta pero con mil paraguas que yo había cuidado.
La vida me eligió para que la disfrutara, me quitó mis buenos días pero me regaló noches mágicas. Se llevó sonrisas pero vino con un montón de lágrimas, cada una con una palabra.
Y con esa lluvia te escribo de nuevo, mi vida.
Derramo palabras para escribir agua".

A sentirnos cien



Y sí, hay más sitios que ayer. Hay más sitios para encontrar nuestras segundas partes, nuestras segundas veces, sabes bien que me quedaré para escuchar tu corazón cuando llore, de las mil veces que le quedan por caerse. Y que mañana se ponga el sol por donde tenga que ponerse. Que amanezcas en la cama que te promete y descanses sobre párpados que miran más allá de los rotos, porque entiende que las costuras están para romperse.
Y volvamos a mañana, a dentro de diez meses, volvamos a sentirnos cien, a crecer con creces.

El orgullo de amar por el de vivir



¿Cuántos amores de vida existen para cada uno? ¿Cómo se identifica? ¿Existe alguien único, personal e intransferible que hace de tu medio melón?
Yo creo que el amor cumple años. Cada momento de vida tiene un amor. Cada instante de tu vida está predefinido por un corazón. Y en cada oportunidad, en cada tren, debes sentir que es ella, para poder clasificarlo como amor.
En el amor, como en todo, hay un tope y un mínimo, es una escala, un intervalo. Si no entras en la medida, te quedas fuera. Si no lo muestras tal y como es, aunque lo sientas, no se clasifica como tal y no obtienes el título de perdedora. Porque sí, el amor es perder. Es perderte, sentir que ganas mientras huyes acompañado. Porque huyes. Porque todo el mundo huye cuando un amor lo abandona y en esa huida te cruzas con otros amores cobardes. Cobardes o malheridos, con el corazón en la mano y esperando, porque les han quitado hasta la fuerza de poder reconstruirse para seguir latiendo. Vivir es latir, el corazón es vida. Por eso la vida son líneas hechas de palabras, de paradas. Y es así como todos podemos escribir, porque todos sentimos lo mismo pero canalizamos de forma diferente. Pero el echar de menos es común, el sentir vacíos es común, el perder el culo por algo o por alguien es común, amar es un verbo común, huir es un hecho común y vivir es común a veces. Común a todos los idiotas que sitúan "sentir" en la primera posición de su escala de prioridad. 
Si no estás dentro de una escala, no eres idiota.
Y ser idiota es un orgullo si es por amor. 
Y amar a una idiota es un orgullo.
Y sentir que huyes con la persona equivocada es una locura. 
Y sentir que huyes con la persona adecuada es crecer.  

lunes, 5 de noviembre de 2012

If there's no one beside you


Para cuando el momento se haga gigante y te deje pequeña ante las dudas infinitas.
Para cuando quieras comprender lo incomprensible o lo aparentemente posible.
Para cuando inundes mi cama de lágrimas y no de besos.
Para que el recorrido desde tu lado hasta a mí no se convierta en abismo.
Para cuando tu cara se gire al oeste dejándome al este.
Para cuando dupliquemos las distancias, que parece que es lo que mejor se nos da.
Para los domingos en los que me quites las ganas hasta de leer a Murakami.
Para cuando creas que no me llegan las palabras escritas y borradas.
Para las faltas que no dejan de hacer eco entre mis sábanas.
Para las mañanas de cover por Zahara.
“¿Cómo qué? ¿Para qué? Para (no) volverte a ver”.

Para momentos como esos, sigo aquí. Ahí, contigo. Olvidando lo que nos ha llevado hasta ese punto, deseando refugiarte en mis brazos, besándote el llanto, dejando a un lado todo lo demás.
Y es que hoy, “todo lo demás es lo de menos”. Todo lo que está de menos eres tú. Me estás enseñando a restar, se hace notar el barrido que dejas cuando te vas y me hace pensar que esto no es para nosotras. Que no se nos da demasiado bien reciclar los abrazos que han ido a parar aquí por casualidad.
Pero claro, luego pienso en ti siendo conmigo y tú, dejándome ser y como que se me pasa un poco todo.

viernes, 19 de octubre de 2012

Cosasnuestras


Hay días en los que la distancia, sin hablar de kilómetros, se hace conmigo. Se hace mientras me deshace. Días que mis palabras no llegan a cuidarte, se pierden por el camino o se quedan en el peaje. A pesar de que el trayecto es corto, es imposible.
Porque parece que nuestras vidas, de momento, se componen de esperas, de faltas, de “te echo de menos”, y es que parece que a veces la ausencia se calla, pero regresa gritando.
Hay días en los que todo es complicado, nada es atractivamente probable, mis horas se vuelven precipicios si no estás aquí para mirarme.
Llegan los días en los que pienso que esto cada vez es más difícil de soportar, que me acabo rompiendo por dentro y lo intento disimular. Y es que me matas. Me mata despertarme y únicamente poder leerte, me mata escribirte para no verte, me matan los días de lunes a viernes, me matan los fines de semana si no apareces.
No soy de rendirme, tampoco de callarme, quiero que sepas lo que me pasa por dentro cuando te escucho de lejos. Quiero que entiendas, desde allí, desde aquí, desde donde estés, que odio disculparme por no estar contigo. Por no saber estar a la altura de las no-circunstancias.

Existen noches que tienes que llorar para vaciar este hueco de agua que ahoga, para quedarme con las ganas, otra vez, de verte de nuevo.
Eres lo más complicado que me ha pasado por el corazón, eres mi quiero y no puedo, mi mes de enero.
Diciembre e invierno.
Mi frío incompleto.

martes, 9 de octubre de 2012

Aprendí que tu forma de odiarme eran sólo las ganas de verme


Te podría decir lo que canta Marwan en sus canciones.
Te podría decir todo lo que me encantas.
Te podría decir de qué manera te echo de menos.
Te podría decir cómo mis semanas parecen meses sin ti.
Te podría decir el recuerdo que me dejas de París.
Te podría decir, te podría mentir y te podría prometer un mundo aparte, un amor del bueno, un “para siempre”, un infinito, un “tú y yo”, pero no. Eso no va conmigo.
Puedo decirte, de verdad, con la mano en mi constitución izquierda que a mí nadie me avisó de esto, a mí nadie me dijo que un 9 de julio iba a romper tus ventanas e iba a entrar como el aire. Nadie me avisó de este cataclismo tan precioso, de este tsunami devastador que ha arrasado con mi desilusión. Me pillaste así, sin nada donde agarrarme, sin escaleras para subir, sin saber donde ponerme a salvo para no dejar que me ahogases con tu verano y con tus maletas. Así, tan vacía que ahora me parece mentira que pudiera seguir viva.
Te prometo que no había planeado nada hasta que te vi. Entonces ahí sí. A partir de entonces puedes creerme, porque realmente no tengo ganas de ninguna cosa que no sea intentarte. Intentarnos.

Hablábamos de cómo en tan poco tiempo habían pasado años por nuestros corazones, casi por nuestra memoria. Nuestros recuerdos parecían datados de décadas anteriores y yo entonces sólo pude creer que no era la primera vez que te veía. Tu cara me suena de algo. Me suenas. Y no sabes lo bien que me suenas. No dejes de sonar, por favor. 
Sí y con "ñ" también.

Cá(n)sate conmigo hoy, 9 de octubre de 2012.
Vuélcate en mi abismo, pequeño mapache de manos frías.

Somos una gama cromática preciosa, ¿lo sabías? 

lunes, 1 de octubre de 2012

Ven a quemarte conmigo


Yo misma me ofrezco voluntaria a cuidarte en las distancias, en las medias y en las enteras. A quererte con palabras, a guardarte los abrazos que ahora no te puedo dar. 
Yo, estoy dispuesta a esperar lo que haga falta hasta que me duelan demasiados los kilómetros y tus diminutivos hacia mi persona carezcan de efecto lateral.

Yo, Alejandra Saiz Jiménez, autorizo a mi corazón a dejarse llevar, a llevarte de la manera más exacta posible, a intentarte. 
Yo, me permito errar si me toca contigo. 
Yo, me declaro imparcial ante tus guerras de frío.

Me llaman octubre, no pretendas saber más de mí


Todos mis octubres rotos hasta que llegaste tú. Abriles robados hasta que me los devolviste. Septiembres dejados a medias en comienzos de lunes. Diciembres cubiertos de frío que quemaba. Febreros bisiestos de veintinueves sin ti. Agostos (re)llenos de libros y noches en las que no aparecías. Meses, semanas, días, horas, minutos, segundos, vidas sin saber ti. Y apareces. Te da por aparecer. Por resurgir de entre las caídas. Te da por subirte a mi mundo sin permiso y con alevosía. Te da por instalarte en mi café de las ocho, en mi media mañana, en mi sobremesa, te saltas mi merienda y te quedas a vivir en mi cena. ¿Y ahora qué? Cómo te explico que mis domingos comienzan a ser astrománticos y eso que son si tu presencia. De qué manera te hago saber que me has enganchado a los andamios de tu piel. Que mis palabras se dirigen a ti . Que cuento las horas para verte. Que a medias distancias, entre regionales y en camas de trenes que parecen hoteles, todo parece posible. ¿Qué dices si te digo que tu jersey me reclama? ¿Qué te parece si nos abstraemos del mundo entre abrazos? Si llamamos a la vecina del ártico. Si empezamos a creer en dios como una multiplicación de dos. Si añadimos a los veintitrés, pasillos repletos de casualidades. Si nos quedamos por un tiempo en el nueve.
Ven, vamos a resumir los encuentros en sonrisas, en saludos de despedida, en rayas y gamas cromáticas, en desayunos y en no-finales de películas. En planes.
Vamos a intentar no resumir nada de esto, que me gustan los detalles que me dejas cuando decides irte después de prometer promesas ahogadas entre quejidos. Que me gusta cuando me dices que qué te estoy haciendo. Cuando piensas en esto como en algo increíble. Que me gustas como casualidad planeada. Como para arañarte los días raros y los malos. Me gusta esto lo suficiente como para esperarte hasta que digas que “no da para más”. Como para multiplicar mi vida en seis y avanzar en el comienzo con el miedo a encontrar un final.
Y qué más da lo que encuentre. Si lo último fue un corazón azul y cedió ante la idea de fundirse con mi morado. Salió verde y de momento no fue rana. 

Ojalá que mis encuentros se llamen tú. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

Yo al bucle de tu olvido, tú al redil de mis instintos


¿Cómo se sale de una vida cuando no se ha entrado en ella? ¿Cómo te sacan de un lugar sin haber estado nunca? ¿Cómo te planteas, octubre? ¿Qué me vas a quitar y cuánto tiempo de calma me vas a entregar?
He entrado en contradicción conmigo misma más veces de las que he podido soportar, pero he salido. A veces, me han sacado. Ahora estoy contrariada. Esa sensación de: "será mejor dejarlo aquí hasta que las circunstancias nos acompañen". Que un "mientras tanto" se haga con tu vida y un "mientras pueda" me saque de aquí. Que te vengo a decir que me sabes a poco. Que da igual el tiempo que te quedes, que siempre que te vas me dejas con un pedazo de ti. Puedo estar coleccionándote hasta que me lo pidas. Pero, es curioso, ya que siempre antes de venir, me preguntas si sigo queriendo que vengas y siempre antes de irte, nunca me dices si sigo queriendo que te quedes. Parece que hemos asumido que cada piel tiene un retorno, que nuestro sitio por ahora es sólo a ratos, sólo a trozos. Empiezas aportándome, acabas tornándote. De vuelta. Donde siempre. Como siempre.
Me cuesta pensar en no verte, me cuesta pasar los días sin ti, me gusta pensar que eres para siempre, aunque no crea en lo eterno, me gustas sin más, a rabiar.
Hoy ya sabes que el día no acompaña, que nuestro domingo han sido menos de cuatro horas, las otras veinte se las llevó el sueño, y como parece que el día no puede terminar sin una conclusión, quiero decirte que para cuando no estés (no estar de haber salido de este sitio que te has creado en demasiado poco tiempo, si algún día decides no ser conmigo) que sepas, que hoy a día diecisiete de septiembre de dos mil doce, rondando un poco más de la medianoche, me faltas. Que entiendas que mi constitución izquierda pide a latidos que nos hagas hueco cuanto antes. Y si antes es mañana, mejor. Y si mañana es cada día, mejor. Y si cada día decides ser a mi lado, mejor que mejor.
Y si decides no ser algún día, que quede constancia de la falta que me hacías, que quede reflejado en estas letras que me tuve que hacer amiga de tu ausencia y recibirla con la mejor cara, pero que no se olvidara tu presencia de que aquí tiene alquilada una parte de mi espalda.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Cuando le adjudicas un costado, un roce, un sonido


Que buscara su rincón en tu dorsal oceánica y que se diera cuenta de que las risas creadas por el sistema límbico de tu cuerpo son gracias a sus volcanes submarinos, a sus declaraciones de guerramor. 
Y aunque no (con)viva contigo, todo está bien. Todos dormimos bajo la misma estratosfera, no nos hacen falta estrellas de mar que nos unan, vamos sobradas de fisuras. 

Viviremos en un Rift, entre seísmos y lava. Construiré dos puentes. Uno que te traiga hasta aquí, hasta tu lado de la cama y otro que te lleve directamente a la palma de mi mano, donde el hipocentro se encuentra a más de diez grietas.

 
Deja que andemos sobre planos de fallas.
El desplazamiento opuesto no es negativo si después sabemos crear nuestra tectónica de placas. 


jueves, 13 de septiembre de 2012

Se me escapó, pero no se dio ni cuenta



No es una frase cualquiera. No es un detalle cualquiera. No es un libro cualquiera, ni tampoco es una historia cualquiera. No fue cualquier día a cualquier hora. No fuiste ni eres una casualidad cualquiera. Eres lo más parecido a la palabra intensidad que he conocido hasta ahora. Eres lo que más se asemeja a mi sitio de pensar y a mi sitio de gritar.
Yo, que nunca creí que volvería a sentir de esta manera tan inescrutable. Yo, que juré no dejarme llevar por el miedo a perderme otra vez. Yo, que me costaba entender la diferencia entre mostrar y demostrar.
Y yo ahora. Ahora creando urbanizaciones en tu espalda, llenando tus extremidades de vegetación y fauna, dejando que formen nidos en ti, que hibernen en tu cuello. Ahora yo, alquilando cotos privado de (casi) caza con el fin de aniquilar las malas hierbas de tus bosques a base de disparos al aire. Ahora yo, sin armas ni metales, sin más que mis manos cargadas de palabras propulsadas hacia tu clavícula. El día que me muerdas las ataraxias habrás puesto tu bandera de pijama sobre mi manta.
Mi equilibro se tambalea cuando oye hablar de ti. Mis ojos cambian sus paisajes por tus laterales, por los rasgos de tus camisetas, por los arañazos de tu interior, por las mañanas de ausencia.
Mis oídos cambian los susurros que tienen coleccionados por tardes de invierno a tu lado.
Mi piel cambia las caricias que tiene tatuadas con alfiler por todas tus manías.
Cambio París por cualquier rincón contigo.
Llegados a este punto en el que soy capaz de vender mi realidad y mis inquietudes por una inspiración de tus pulmones, cabe entender que casi no estaría dispuesta a seguirte sin dirección alguna.
Déjame decirte que las mejores flechas las guardan tus pies cuando se enfrentan con los míos antes de darme un beso.  

martes, 4 de septiembre de 2012

Que no es amor, es otra cosa


¿Quién da la vez en esto del 'amor'? ¿Quién va a la vez en la misma dirección? Y suena un 'yo'.
Y no es nadie, eres tú.
Quien se ofrece a dar sin recibir, quien regala por sentir, quien no compra un corazón. Eres tú quien alquila habitación para ganar espacio entre sus aristas, quien te cobra lo máximo en besos, la mínima pensión de alimentos. La misma que contrariada destroza los planes que nacieron entre sábanas. Eres tú. La que dice que está sola, que todo lo que empieza, acaba, que hay amores por edad, por tiempo. Que dividiendo el espacio se pierden metros pero se ganan abrazos.
La que anota lo que suma, la que resta de la lista de reproches que aparecerán y cuando no haya más, tirará de los malentendidos anotados en la hoja de 'distancia'.
Eres tú la de las dudas infinitas, la que da la bienvenida a la realidad, la que sopesa más el tiempo compartido en vivo que el diferido. Eres tú la que acabarás entendiendo esto del 'amor' (?) entre comillas y con signo de interrogación. Este tema que parece el indicado para salvarte de la vida según Neruda y según la experiencia, el que no atiende a razones ni a explicaciones, que si sientes que tienes que hacerle feliz, te jodes y empiezas a aprenderte cada dársena que trae maletas rellenas de 'cada dos días' y forradas de post-it que trazan escondites en corazones.
Y si tienes que esperar semanas aunque no quieras hacerlo, pues esperas, porque sabes que si no lo haces, tus días transcurrirán al mismo ritmo que si esperas pero sin ninguna prisa. El tiempo no meterá quinta, no engordarás de días de la semana, ni mirarás el móvil con tanta expectación como lo haces ahora. Sobre todo no sonreirás de la misma manera, y mucho menos sufrirás insomnio que lleva nombre y apellidos, dirección y teléfono. No comerás. No soñarás. No sentirás que quieres compartir cada milésima de vida con sus manos frías guiándote hacia el calor humano.
No tendrás diez mandamientos si decides no esperar lo que haga falta.
Es justo eso, la falta. La hora y veinte. Los ciento quince kilómetros. Septiembre.
Es septiembre y a mí 'me llaman octubre desde que sólo hablo de ti'.
Y no, no le pidas a tu razón que entienda lo que pasa y mucho menos que etiquete un vínculo, esto es lo que es, la falta es la ausencia y lo que echas de menos es a ella.

Te pido que te ca(n)ses conmigo hoy también, a ochenta minutos de tus pies pequeños y con lo (más que) suficiente para ir a París.

(¡Fíjate, eres tú y dije: 'pues soy yo', ¿no voy a ser yo?')

sábado, 25 de agosto de 2012

Geométricamente hablando


Mi intención no es situarme en un plano de tu vida. Aunque sea un punto en el espacio, por mis curvas no han cortado suficientes rectas. Sí, suelo seguir rectas cortas, por aquello de disminuir las distancias, pero al final siempre me encuentro haciendo parábolas, eso sí, siempre a mi bola.
Que no me gustan las secantes cuando me cortan la razón, aquella que equidista de tus palabras y mi co(n)razón.
De hipotenusas y (co)senos hablamos luego. Me falta vida para tanto ángulo muerto.
Mis manos, tus poliedros. Tu espalda, mi tercera dimensión.
Mi ángulo obtuso, tus caderas. Tu hélice, mis dudas.
Mil problemas de tangencias, dos soluciones calculadas.
Probemos a ser ángulos correspondientes y veamos si tenemos transversal.

lunes, 30 de julio de 2012

Me enfada pensar que mis asesinos nunca mueren


Entendiendo el amor como muerte y resurrección, como un círculo que abarca desde mafias hasta putas, como un ciclo que termina con la sístole del corazón, únicamente me queda pensar que realmente alguien contrata asesinos para que nos maten, para que nos dejen sin vida viviendo, acabando recluidos en espacios minúsculos que llegan a asfixiar hasta que morimos definitivamente, por falta de sueño.

Mientras agonizamos, vivimos con la esperanza de que llegue nuestro héroe o heroína (30 euros el gramo) a que nos saque de nuestra cama de noventa, de nuestro cabecero formado por sueños deshechos, de nuestra almohada que esconde más pesadillas que gemidos.
Que venga quién sea a quitarme el pijama de la decepción, a rasgar con los dientes mis camisetas de los viernes, a ponerme los zapatos, despacio, que aún me duelen los pies de tanto andar buscando la silueta con capa que me dirá: 'te he venido a salvar'.

Dejar el libro de autoayuda (que hace de todo menos ayudar) en la mesilla de siempre junto al lápiz que se encarga de remarcar en cada hoja las frases clave que creo me ayudarán a salir de este pozo sin hondo, de este túnel sin fondo, de esta cama sin ti.

Cuando por fin aparece la silueta con capa (más bien era una sábana que otra cosa), se detiene ante mí y no me dice nada parecido a lo que tenía planeado. Intenta traspasar las fronteras de su muro para colarse en el mío y sacarme de allí. Pero no, resulta que mi héroe estaba muerto, le mataron como a mí, como a todos.

Y entonces no, no puedes salir de la mano de otro muerto porque no sois capaces de llegar a vuestro ser. Pero, ocurrió lo inesperado. La capa se le cayó y me explicó que era su sábana de casi siempre, que casi siempre dormía arropado porque necesitaba sentirse protegido. Que a él también le había asesinado el amor y que un día despertó detrás de sus murallas y encontró a la muerta más bonita que jamás había visto y le dio igual. No pensó en su muerte, ni en su pijama, cedió ante la esperanza de poder salvar a alguien y lo hizo.

Mi héroe con sábana me salvó, a pesar de haber muerto, nos dimos cuenta que aunque te maten siempre puedes rescatar a alguien.

Desde entonces prometimos no matarnos e hicimos de una canción nuestra frase: 'we can be heroes'.


sábado, 21 de julio de 2012

El silencio de la corchea


Y cuando crees encontrar a la persona con quien soñar, resulta que se encuentra a más de cien canciones de distancia.
Entonces no. No puedes hacer más que intuir de qué manera los acordes llegan a sus oídos como lo hacen con los tuyos. No te queda otra forma de escuchar la música, únicamente aprendes a medir el tiempo en notas y la espera en claves de sol.
Sabes que no existe la posibilidad de soplar la separación que os une porque desde que te cruzaste en su compás sólo quieres componer sueños a su son.
Si realmente fuera ella mi concierto, ¿estaría dispuesta a ir de gira?

miércoles, 4 de julio de 2012

Noches ancladas


Siempre intento no creerme a la luna.
No, me niego a pensar que su vida se resume en salir a iluminar las noches de los que estamos aquí abajo a falta de luz. Que únicamente tenga noches para ti.
Todas las veces que la he maldecido por sentir su mitad en mi espalda y todas las veces que la he recibido cuando no me quedaban ganas. Pero ahí estaba yo, dispuesta a mirarla y ahí estaba ella, a falta de nada.
Alguna vez me creí luna e intenté iluminar, pero vino quien tuvo el valor de entrar en mi vida y fundió cada plomo de mi ser. ¿Quién va a tener el valor ahora de encenderme? No acabo de acostumbrarme a esta forma de querer, a este desdén. A este suplicar de: “por favor, quiéreme”.

Después de todos mis logros, después de olvidar, de bajar la intensidad del corazón, de borrar lo subrayado, me pregunto si seré capaz de seguir este camino con mis dedos entre tus manos.
Ahora queda lejos la complicidad del encuentro, pero seguro rasgarás con tu boca mi deseo.
Aquí te espero.

lunes, 2 de julio de 2012

Las pequeñas grandes cosas



Hay frases que van con personas, canciones que van con instantes. Hay besos que van con unos determinados labios y manos que recorren un determinado cuerpo. Hay soles que brillan más los lunes, noches que dicen más lo viernes, hay relojes que van más rápido un jueves. 
Segundos que son eternos, años que son fugaces, ojos que no ven, corazones que sienten sólo miran, existen bocas que no dicen, simplemente hablan.
 Siempre hay un momento en el que las cosas que parecen durar demasiado se evaporan en cuestión de tres palabras y situaciones que no teníamos previsto que duraran más de dos sonrisas resulta que permanecen siempre.
 Yo, sin recordar más de lo necesario y sin pensar demasiado en los "por qué", me he dado cuenta que también existen personas que van con vidas y que pase lo que pase, el tiempo acaba situando en un lugar.

Nuestro objetivo es tratar de averiguar si su lugar es el de ahora o ahora es sólo la transición del antes al después.

sábado, 16 de junio de 2012

La importancia del olvido en tiempos perdidos


Tranquila, no es necesario apuntar faltas, como digo alguna vez: "si no suma no se anota." El día de hoy no cuenta para nosotros. Cuenta para ti, porque es un día en el que los vientos del pasado se han llevado por delante a tu presente y te han abatido sin previsión de tregua. Pero bueno, es así, vivimos sufriendo, sufrimos viviendo, sentimos a veces y más son las veces que sentimos miedo
¿Sabes? Te entiendo más de lo que crees. Debemos comprender que realmente existen personas maravillosas que han entrado, personas que han marcado y que lo han hecho de por vida, para bien o para mal. Personas que cuando nos arrimamos a ellas nos hacen sentir ese: "por favor, que esto no acabe nunca." Debemos dar las gracias por encontrarnos con ese tipo de personas que ahora resulta imposible que dejemos entrar porque nuestra vida se compone de recuerdos y no sabemos avanzar. No encontramos la manera de hacerlo, pisas, aceleras, llegas hasta la quinta marcha pero de repente, “plaf”, ¿qué ha pasado? Pues eso mismo, el pasado. Esas marcas, esas heridas que con el tiempo hemos ido dejando que sanen, que cicatricen para cuando las viésemos que no dolieran, pero no es así, las rozas y escuecen. Herida mal cerrada, recuerdo que te acorrala.
Cuando menos te lo esperes, ¿eh? No te creas que preguntan si pueden invadir tu estupendo ahora, no. Arrasan con los segundos intensos, con las miradas clavadas, con los mensajes de texto.
Y qué podemos hacer nosotros, sino darles la bienvenida porque sabemos que existen y que cuando quieran pueden regresar. Pues ¿sabes lo que te digo? Que vuelvan si quieren, pero que no me quiten mi sonrisa, que no me quiten mis buenos días, ni mis noches increíbles, que vengan tal y como estén, que se presenten y que presten atención a mi ahora, que él nunca me lo supo dar. Que entienda que poco a poco vuelvo a ser yo, que vuelvo a vivir y vuelvo a mirar, que un día pueda decir: me he vuelto a enamorar. Y que tal y como vienen, que se vayan (que no sería la primera vez). Desde aquí os digo cobardes, cobardes por no quererme, por no cuidarme, por darme lo mejor, por ser el mejor error de mi vida, cobardes por encandilarme así de esa manera, cobardes por no seguir haciéndolo, por desear vivir sin mí, sin mi risa, sin mi dulzura, sí, valientes
Valientes por regresar. Pero ya veis, aquí me tenéis, dispuesta a dejaros entrar, con las puertas bien abiertas y con unas ganas de perderme en vuestra manera de olvidar.
Los recuerdos siempre olvidan antes que las personas. Los recuerdos saben que cuerdas tensar para hacer que esto suene. Ellos saben como removerte y tú no sabes que ponerte para decirles "hasta pronto".


Malditas las ganas de ser feliz. 

miércoles, 13 de junio de 2012

Razón del nombre del blog

Hubo un tiempo en que "infinito" se quedó en mi vida viviendo, encontró el hueco perfecto para crear sueños y creer en ellos.  A medida que hemos ido creciendo, hemos dejado trocitos por el camino, trozos infinitos que perduran pero no aquí. Se han ido formando otros pedazos que han sabido encontrar el sitio exacto para llenar huecos y ahora se acomodan mientras miran de reojo al porvenir. 
Creo que cada uno de nosotros está compuesto de momentos, de trozos que se unen, de noches en espaldas, de recorridos de lunares, de mapas, de sonrisas, de vivencias y de llantos, pero sobre todo, de vida.

Por ello, esto comienza siendo un trozo que espera encontrar su lugar entre imposibles y caídas.