jueves, 28 de febrero de 2013

Bum-bum-bang

Empezaba el festival de mis nervios
a bailar por mi tripa.
Se movían las paredes de mi vida
como se mueven los días.

A doce horas de verte
y ya no era capaz
de respirar con normalidad.


-¿Cómo decías?
                        Bum-bum-plas-.

Así,
hasta las supuestas diez y cuarto
que se convirtieron casi en tres cuartos más.


-Esperar, esperar,
y joder...
                Ven ya-.


Que todo el mundo sabe las razones 
de cuando alguien tarda demasiado.
Disfrazarse de temblores
o
domar dos corazones.


                       Bum-bum-plas


Rojo.
Pierdo mi mirada en Madrid en busca de un golpe de color.

-Venga,
date prisa
que mis venas se corren de vida-


Buscarme un rincón para sentarme
era buscarte a ti el mejor ángulo donde mirarte.
La primera imagen de tu perfil
iba a ser clave para sobrevivir.


Y yo no sabía si vestirme de duda
dejarme ver sin disfraz.
Si venías a morder
venías a pisar.


Pero cuando te vi,
por primera vez
tengo que admitir que entendí toda la poesía de golpe.

Todos los versos que leí antes de ti,
llevaban tu nombre.

No podías no ser otra cosa sino él.

El utópico.
El valiente suicida.
El puente que une extremos
para luego dejar el camino a medias.

Debías ser los besos de después de hacerlo,
las caricias en las palmas de las manos que se topan
con pequeños topos en pieles ajenas.
Los pies fríos que buscan calor
debajo de las sábanas.

Debías ser el que se cuela cada noche
en cualquier lugar,
en cada detalle de la ciudad.
En sonrisas desprovistas de incendios,
de miradas reflejadas en el suelo.

Tenías que ser él.
Amor a primer andén.

-No te imaginas cómo latía mi cuerpo,
no te haces una idea si te digo que batimos el récord-


Y yo, 
sigo sin entender qué haces aquí,
a qué has venido a Madrid.
Por qué yo.
Por qué a mí.

Con lo calmada que estaba.
Con lo perdida que andaba.
Con lo hundida que flotaba.


-Pero joder,
después de conocer tu clavícula
me quedo con tu tempestad 
antes que todas las ca(l)mas-

Déjame besarte las heridas,
que no sé muy bien porqué
pero quiero probarlas.

Déjame no pensarte una vez a la semana,
que mi rutina tiene derecho a seguir en pie.

Dame tregua en formato piel
y haz que la vuelta que nos separa
se convierta en media
cuando te invite a ser la mitad de mí.





miércoles, 27 de febrero de 2013

Te pienso,

Te pienso,
como se piensan dos locos enamorados del amor.

Te pienso,
como piensan los trenes si te pierden.

Te pienso,
como piensan los genios sus mejores creaciones.

Pensarte es convertir tu recuerdo en inmortal.

Pensarte es rebajar el miedo de intensidad.

Pensarte aquí conmigo
aquí de a ti.

A mí, contigo,
a ti sin mí.
Sin ti.

Te pienso,
sin más razones que las horas de sueño y los techos.

Te pienso,
como sienten los huesos el frío que les cala hasta los sesos.

Te siento si te pienso,
y te doy la vuelta.

Solo una.

Solo ocho.

Te pienso,
con el miedo de los pájaros a volar.


¿Me piensas tú?
Quizá me estés soñando,
pero no te preocupes si no es así,
porque mis manos son dos,
y pueden pensar por ti

…y por mí.

sábado, 23 de febrero de 2013

A ti, se llega por la almohada

Vienes a la cama 
como se acercan los gatos a los salientes,
buscando un sitio donde encontrar alivio.

Te duermes, 
y me acuesto a tu lado.
Observando cada detalle de cómo se pliegan tus ojos 
y dejan a oscuras todas las calles del barrio.

Qué forma puede adoptar una boca 
cuando le quedan por delante ocho horas de sueños.

Te vas, 
y dejas al mundo como me dejaste a mí en la última despedida...

-Con ganas de verte amanecer-


Te hundes en la dimensión del olvido, 
desconectando todo cuanto pueda hacerte temblar. 
Dejando abiertas las salidas de emergencia 
por si los monstruos hacen de las suyas 
y me toca a mí irte a salvar.

Me dejas rendijas despejadas para que entre y salga cuando me plazca.
Pero casi siempre me quedo fuera, 
pues no imaginas el brillo que crea tu pelo 
cuando sabe que tus manos están tan dormidas 
que se les hace imposible rozar su sueño.

No te has visto cambiar de posición 
ni sabes cómo te envidian las ventanas cada mañana, 
por ser tú quien pone el primer sol y no la vida.

No te percatas de cuando observas al mundo desde el séptimo cielo, 
el daño que puede causar verte llorar desde esa altura.

Verte dormir
siempre ha sido mejor que verte volver.
Pues en sueños hasta tus pasos descansan, 
y mientras, yo puedo jugar a ser escuadra 
y medirte cada centímetro de duda que se acuesta sobre mi espalda.

Amor, 
si sigues soñando de esa manera, 
voy a tener que pedir un préstamo al colchón, 
porque no tengo suficiente para no perderme ni un sólo detalle de la guerra.

Y a ti,
que siempre se te ha dado mejor arrancar meses al calendario 
que poner fechas a los encuentros,
a ti,
se llega por la almohada. 



(Verte susurrando en mitad de la noche
como queriendo decir algo,
y lo único que puedo leer de tus labios
son los besos que aún no (me) has dado).







jueves, 21 de febrero de 2013

Bienvenidos a mi interior



A los que llegan, bienvenidos a la tormenta y a los arco iris que veremos después de ella. Bienvenidos a las tardes de verano en pleno invierno.

Puedes saludar a mis dudas, siempre están. Eso de ahí de la derecha son mis imposibles y a la izquierda tenemos mis caídas, las puestas en pie han salido a comprar.

En esta estantería podéis encontrar mis días de la semana, como veis faltan los lunes, nunca los aprovecho y un martes ya no estaban pero dejaron un post-it: "volveremos". 
Los jueves están ordenados por sonrisas de manera ascendente y los de la esquina son los domingos (es que están castigados).

En este cajón se encuentran los días raros, que no sé de qué manera pero siempre hay alguno. Aunque creo que después de la amenaza que le hicieron los viernes...

Un poquito más arriba tenemos el frasco de las lágrimas, que como ves, está a punto de agotarse pero no te preocupes, los días malos han salido a por más y creo que esta vez tendremos de sobra. 
Al lado están las sonrisas. Ten por seguro que aunque parezca un bote pequeño y no esté lleno, nunca, nunca, nunca se acaban. 

-Se aceptan donaciones-.

Aquí es donde duermen mis razones y debajo descansan los malos sueños.

¿Los buenos sueños? Están dentro de ese cacharro de ahí. Sí, el que está dentro de la vitrina y tiene forma de corazón.
¿Que por qué lo tengo dentro? Bueno, porque no está preparado para salir a latir (de momento). Las malas experiencias le hicieron resguardarse y aún está recuperándose, pero suele salir los miércoles. Dice que es buen día para palpitar y claro, que le voy a decir yo, que tome el aire.

En ese baúl que tiene pinta de viejo se encuentra mi gama de grises. A estas alturas quedan pocos blancos para tanto negro, así que siempre elijo el gris.

En la mesilla de noche se encuentran mis experiencias, también ordenadas, pero esta vez por nivel de intensidad.
Y mis ganas... bueno, creo que es mejor que pasemos al armario. 
Tiene cuatro baldas. En la primera empezando por arriba descansan las palabras, digo descansan porque están hartas de andar.
La segunda balda está vacía, mi paciencia y yo esperamos que se llene pronto de buenas respuestas.
En la tercera viven los verbos y en la cuarta los puntos. Estoy esperando que me envíen más. Suelen venir desde muy lejos y tardan bastante en llegar, pero son necesarios para poner final.

En esa mesa hay cuatro carpetas. 
La negra guarda todas las veces que salió la luna desde que vivo sola.
La roja esconde un montón de papeles con numerosas cuentas, creo que son horas o años, no recuerdo bien, pero tienen que ver con el tiempo que has tardado. 
La carpeta azul es muy importante. No contiene nada, espera que tú la llenes. Lleva de nombre "vida". 
Y la amarilla habla de los recuerdos, pero esa no es recomendable moverla de sitio, pesa mucho.

Bien, echando un vistazo rápido creo que no me dejo nada, más o menos esta es mi casa, es pequeña pero muy acogedora. El hecho de que no tenga paredes es para que entre la luz (tu luz, si es posible). Todo está un poco desordenado y da pereza, pero estoy segura que con el tiempo acaba en su sitio (a tu lado, si es posible).
No hay normas que valgan, ni instrucciones, eso sí, en casa no antes de las diez, que nos dé tiempo a echarnos de menos.

Si tienes frío puedes coger las mantas, están en el cajón donde pone: “mi calor”.

Y creo que ya está todo, sé que vienes sin nada así que nos apañaremos con lo que queda en la despensa de “las cosas que nunca me quitaron pero lo intentaron”, tiraremos con esta leonera que aún le quedan demasiadas estampidas y de momento con tus ganas, que las mías, ya vendrán de tu mano.


miércoles, 20 de febrero de 2013

Utopías que se hacen llamar amor


Que suene Skinny love y me quiera suicidar en cada acorde,
no tiene nada que ver con mi regreso a Madrid.

Tres de tres.
Tres noches de llanto sin cesar,
de espaldas enfrentadas,
-suplicando en voz bajita, en tono sábana-
que por favor
parases de llorar.

Que me estás abriendo el alma
y se está inundando el corazón,
-y encharcado luego no se quiere igual-.

¿Quién dijo que nadar sin salvavidas
era una muerte asegurada?

La puerta del baño suena como si se abriese un garaje,
te encierras
y Oporto tiene de fondo tus quejidos impregnados
del jetlag de tus sueños.

Mientras,
mis contracciones musculares
-en un intento de quitarme la vida con las rodillas hacia mi tripa-
juraban gritar
si volvían a oírte llorar una vez más.



El frío había invadido mis costillas,
y el corazón se había equipado de una cubierta transparente pero helada,
no quería decir que fuese inaccesible,
pues tú estabas dentro de él
y salir era cuestión de muerte.

La distancia quiso ganarme la partida
y me dijo Boza que apostase con ella nuestra suerte.
La verdad,
yo no he sido nunca de jugar al azar,
pero contigo reconozco que me he hecho ludópata.

Y otra noche más,
comenzamos a explicarnos que esta ciudad
deja de ser triste sin nuestro llanto.
Dos de dos.

Sobreviviremos al día siguiente, lo juro.

No te dejes engañar por mi cercanía,
que me has dicho que me sientes lejos
y es que llevo tatuados los ciento veinte kilómetros
en cada poro de mi piel,
así que suma.

Perdona,
sólo te pido perdón por no saber explicarte los motivos,
razones, causas y consecuencias
de que el invierno se haya hecho hueco en mi costado izquierdo,
donde tú me besabas para cerrar la noche
antes de que el cabrón echara el ancla


Tercera luna,
tercer sol con lluvia,
tercera noche de por favores,
tercer asalto de: no llores.

Sólo recuerdo un avión que fueron dos a la vuelta,
cada una embarcó por la misma puerta
pero los destinos fueron diferentes.

Y decirte que me dejé un trozo de alma encima de tu espalda,
cuando en un intento de consolarte
me rompiste el escudo con la última lágrima

Deja de llorar,
por favor,
te juro que a la próxima quito el candado a las ventanas
y me asomo a gritar,
que todos se enteren de que la lluvia viene de ti.

Que te vean llover
es peor que verte llorar.


El amor ha decidido ponerse en mi contra
y crearme dudas donde sólo había besos.
Vale, que esta vez ha sido sin venda,
pero a ver ahora quien me cura sin gasas ni ganas,
sin mases ni espadas.

Quien me va a luchar en la cama
si no vas a ser tú,
que aquí hay alguien que intenta convencerme de que el dolor
es necesario sólo si
no duele.

Regresa, inocencia.
Regresa a mí para volver a empezar a ser yo.
Que desde que vivo con tu ausencia sólo soy la mitad de mí.
Sólo la mitad de ella.

martes, 5 de febrero de 2013

Oporto se escribe con lluvia



Tres noches de llanto sin cesar, 
de espaldas enfrentadas, 
suplicando en voz bajita, 
-en tono sábana-
que por favor, parases de llorar.

Que me estás abriendo el alma 
y se está inundando el corazón, 
-y encharcado luego no se quiere igual-.

Porque nadar sin salvavidas 
es una muerte asegurada.

Y mientras, 
la puerta del baño suena 
como si se abriese un garaje, 
te encierras 
y Oporto tiene de fondo tus quejidos 
impregnados del jetlag de tus sueños 
y mis contracciones musculares 
en un intento de quitarme la vida 
con las rodillas hacia mi tripa 
si vuelvo a oírte llorar una vez más.