miércoles, 28 de mayo de 2014

La certeza del intacto placer

Siempre que he querido he necesitado huir. 

Necesito la soledad como el poeta necesita su herida con cremallera para encontrar un remanso de paz donde poder no querer olvidar a gusto. A solas.
Necesito estar sola para mañana estar contigo. 
Necesito esta noche conmigo, abrazar la cama de lado a lado y no encontrar nada que me desvíe del placer de no sentir nada en mi piel. La certeza del intacto placer. 

Esta noche quiero mirarme al espejo fijamente hasta que mi campo de visión reduzca la mirada al pasado y sólo pueda desear volver. Volver para ver cómo me fui. 

Aplaudirme.
Visualizar la escena en silencio, sin dejar de mirarme. 

La última vez que eché la vista atrás me mareé, pero enseguida me recogiste el pelo antes siquiera de la primera náusea. Qué estómago tan débil se tiene cuando te dejan de querer. 

A sabiendas de que puedas ser tú esta vez quien me devuelva mi desfallecido vientre, esta noche me gustaría mirarte de frente y decirte -en silencio, por supuesto- gracias. 

Gracias por dejarme estar en el infierno de no saber olvidar.