miércoles, 3 de febrero de 2016

Yo tampoco, pero

No, yo tampoco he vuelto a querer como con quince. Ese amor desvergonzado donde lo más lejos que viajabas era al portal de su casa. Nada importaba, era su casa.
No he vuelto a querer como lo hice. 

¿Qué me hiciste que no he vuelto a ser la misma? Devuélveme, tengo que continuar en la vida.
No sé qué me pasó con el resto, pero tardé un año y medio en olvidarte y todavía guardo en la memoria algunos de tus detalles. No sé en qué momento ignoré volver a querer como lo hacía, como lo hice cuando todavía no te había conocido. Ahora sé que no fuiste tú quien me olvidó, que he sido yo la que se ha negado a sí misma. Mentalmente vivo en una realidad paralela donde paso por tu calle y no es tu calle la que hace esquina, tu casa no es tu casa sino un cementerio sin dioses. Donde estaba tu cama ahora se celebra un funeral. 
Sigo caminando, entro en lo que podría ser tu daño. En las paredes hay señales que no llevan a ninguna parte, y es la última vez que pienso en ti. Te lo advierto. Mentalmente sigues aquí. A veces te cuelas dentro de mis canales y provocas sinapsis del color de tu pelo. Recuerdo su forma, eso no he podido olvidarlo, era el patrón de un barco recién desbocado. Hoy todavía me gusta el perfil hecho pantera, pero físicamente ya casi ni te veo. Cuando rozo todo mi cuerpo buscando la salida ya nunca intuyo tu sonrisa. Has desaparecido por completo, por eso he vuelto a tocar otros restos. Físicamente no te quiero, sigues siendo preciosa, eso tienes que saberlo, pero químicamente no formamos parte del quinto elemento. Te quiero, pero no he sabido volver a hacerlo. Me siguen persiguiendo tus fantasmas y los relojes me recuerdan al menos una vez cada tres meses cuándo terminó el principio. Fuiste un ciclo concebido con premeditación y alevosía, encajaste como un fin de semana de tres días, pero numéricamente no somos reales. No supimos salir enteras de todo esto. Te quiero, pero sería irracional echar raíces en suelo seco. Naturalmente, estoy hablando de cualquiera porque ni siquiera soy yo la que escribe todo esto. Yo ya no soy desde hace tiempo. El otro día me miré a un espejo y vi un cuervo encima de una rama, señalaba el árbol que prometimos ver crecer. Entendí todo en ese momento, nunca nos pusimos dos semillas en la mano, y de las palabras no crecen flores, créeme. Te quiero por extensión de mí misma, de la vida que he tenido y no he sabido vivir. No te dejes llevar por lo que digo, hace tiempo que no escribo por miedo a que vuelva a suceder lo mismo.

No, yo tampoco he vuelto a querer como con veinte. Ese amor más sano donde lo más lejos que viajabas era a su lado. Nada importaba, era nuestra casa.
No he vuelto a querer como lo hice. 

¿Qué me hiciste que no he vuelto a ser la misma? Devuélveme, hazme saber cuántas náuseas te provoco por minuto. Te seguiría recogiendo el pelo, pero ya no te quiero. El último adiós fue el más duro, todavía no ha llegado. Estás bien, lo sé, yo no me he vuelto a querer como lo hacías. Todo esto fue de todos menos nuestro, deja de crearme. Te dije que no porque ya lo sabías y una herida supura mejor con mentiras. De verdad, lo siento, de corazón que perdí a los quince. Fue bonito mientras murió lo nuestro. Recuerdo vagamente la última vez que me despedí de tu cuerpo, hoy sigo mirando un cuadro de un océano repleto de tiburones muertos. Nunca estuve más triste que con veinte y sin corazón, pero me pareciste invencible, has de saberlo. Un Berlín no se tumba con dos guerras, pero tuve que volver a mis Américas. Perdóname, yo todavía no he podido hacerlo, no sé por dónde coger lo que no tengo. Te quiero como seguramente ya lo hace el resto, fue inevitable no salir ileso.

No, yo tampoco he vuelto a preguntarme por qué no volví a saber decir te quiero.
Sigo en tratamiento. Cada día soy un poco menos yo y a mis veintitrés aún no sé quién soy, aun así, sé de dónde vengo. No es mucho, pero podemos empezar por esto: se han llevado tus 'mi amor', sin embargo, te has quedado con mi vida.

Estoy perdida, pero sin duda he ganado yo.