miércoles, 29 de mayo de 2013

Sellos

Se me da de puta madre hacerme la valiente cuando se trata de protegerte, pero en el fondo soy la primera que esconde la cabeza cuando me golpean a mí.
Te he visto dormir en una ciudad distinta a la nuestra y he querido quedarme a vivir en la nación de tu trasero.
He querido ser como el repartidor de leche que llama cada día a tu puerta, y que me recibieras en bragas.
Ser como el cartero que pulsa tres veces seguidas el timbre sólo para escuchar tu voz a primera hora.
Ser tu café de por las mañanas y despertarte.
Ser el periódico que no lees y tirarme. Deshacerte de mí con un movimiento de dedos y que te importe bien poco que se corra la tinta por el suelo. Total, nunca seré noticia de portada y siempre podrás buscarme en los teléfonos de contacto: "chica te busca a ti".

Nunca he sabido ser alguien que no soy, porque eso lo puede hacer cualquiera. 

Siempre he tenido más de correo que de cartero, nunca llego a tiempo y siempre acabo en otro lugar. 
No soy capaz de sacarle jugo a las ciudades y es sólo porque son ellas las que me exprimen a mí. 
La leche la tomo fría sea verano o invierno, sea contigo o sin ti.
Las duchas ardiendo para quemar los restos de mitades que nunca encontrarán su entero.
Únicamente tomo café cuando necesito mantenerme despierta, pero desde que te conozco, prefiero verte dormir.

No sé, el mundo es una verdadera mierda, en las noticias sólo hablan de muertes y al contrario que Ray Loriga, ya nadie habla de amor.
Hay más puentes que reciben los pies del enamorado como algo aparentemente ordinario y existen más suicidios emocionales que emociones suicidas.

Pero olvida todo esto, que yo estoy sentada en la misma ciudad, tomando un café, leyendo el periódico y anotando mi teléfono en una página de contactos.

lunes, 27 de mayo de 2013

Si me muero, haz lo que te escribo

Viernes noche. Segunda ducha del día. Ocho de la tarde. Afri se frota las dudas para vestirse de fiesta. Entre gota, nota desafinada y sonrisa cansada, se percata de un lunar en su vientre que ha crecido más de lo normal. El lunar pasó a ser mancha en menos de dos semanas y el melanoma le redujo el resto de su vida a tres días.

Se encuentra tumbada en una cama de hospital lejos de la comodidad de su almohada, y el pasillo infectado de caras conocidas y desaparecidas durante muchos años. Entre ellos su primer amor, su durante y su último. El verdadero. El de su muerte.
El amor de su vida había encajado tan mal la noticia, que le había desencajado el día a día. 

El amor atraviesa la puerta de la habitación que distaba mucho de la que compartía con ella. Afri sonríe y el amor hace unos días que no sabe hacer otra cosa que no sea llorar. Ni siquiera recuerda cómo es su nombre, sólo se acuerda de que ella siempre le había llamado de una manera diferente. Juegos de palabras o lenguaje de pareja lo llaman algunos, pero Afri siempre prefirió llamarlo complicidad. 
Se sienta en el lado derecho de la cama, cogiéndole la mano, como intentando evitar que ella abandonara en cualquier momento esta guerra, la cual no le habían dado tregua para luchar. El amor no cesa el llanto. No cesa. 
Es curioso cómo a veces la vida te demuestra que guardas un océano en los ojos. Afri, casi le suplica que deje de empaparla de esa manera:

-Mi amor... No puedo verte llorar y no tener fuerzas para abrazarte. Por favor... Sabes que nunca te he pedido nada -coge aire y lo aguanta en el corazón-, y aunque mi vida se acabe, recuerda que nos quedan unas cuantas por delante. ¿Te acuerdas de la primera vez que nos vimos? -termina de soltar todo el oxígeno y abraza el silencio-.
El amor de su vida sigue diluviando y cada vez aprieta más fuerte su mano. Le aprieta tanto y a la vez con tan sumo cuidado que parece que el mundo se acaba asfixiando de placer.
Afri ha dejado de armarse de valor para armarse de muerte y en la última calada de aire le dice:

-Por favor, amor... Tu vida no se acaba, me acabo yo. Lo siento por dejarte esta vida para ti, me hubiera gustado compartirla a tu lado. No dejes con las ganas de verte a todas las ciudades que teníamos pendientes, ellas no se lo merecen. No te olvides de llenar esos abrazos que tanto abarcan y tanto calman, y tanto me han salvado a mí de los lunes por la mañana, hazme el favor de llenarlos de ganas y saciarlos de amor. Ojalá te vuelvas a enamorar de alguien, mi amor, ojalá. Sonríe siempre y perdóname irme tan pronto, pero yo sabía que la vida no estaba hecha para mí. Yo sabía que estaba hecha para vivir de ti, pero me ha tocado dejar de ser y no pasa nada. Voy a estar bien sólo si tú duermes cada día en nuestra cama... -Afri se olvida de que en la vida se respiraba y por un momento cree perder la única toma de tierra que le quedaba, pero abrió la boca e inhalo el aire donde el amor de su vida también espiraba- Mi vida... Qué difícil se me va a hacer el mundo allí sin mi propio cielo, menos mal que dejo a los mortales al mismísimo universo. Creo que te lo he dicho pocas veces porque sabes que te hablo con miradas, pero... Te he querido más que a mi vida, y por eso te dejo aquí y la pierdo a ella-

El amor de su vida le dejó de sentir el pulso. Enseguida entraron los médicos a pedir que desalojaran la habitación y a ponerle en el pecho diversos aparatos, como si de un chispazo Afri volviera con el amor, como si realmente necesitase un azul artificial, sabiendo que la llama que el amor y ella mantenían, no se apagaba. 

Desalojaron el pasillo tan rápido como sucedió todo, la familia y su entorno se marchó destrozado pensando que un pequeño lunar, que algunos osan llamar constelaciones en espaldas, se había llevado a su propia galaxia.
El amor de su vida volvió a sonreír, y siempre dormía en su lado de la cama, abrazando la almohada que un día Afri le invitó a compartir.



(Afri no es el nombre real de la protagonista imaginaria, es el nombre de la hija que iban a tener)

martes, 21 de mayo de 2013

El viaje más triste del mundo tiene nombre de vuelta

De los domingos no te puedo decir nada,
porque han dejado de ser nostalgia para ser contigo.

Pero de los lunes...
Ahora entiendo lo odiados que pueden llegar a ser.
Qué difícil es vivir después de morir a tu lado.


Me acabo de subir al tren más triste del mundo
con ventanas teñidas de lágrimas,
-producto de una mala despedida-
y sólo he mirado el reloj una vez.

Y he logrado entender, 
que la eternidad se encuentra
en los ojos de quien mira,
y no en la longitud de la vía.


Acabo de tomar aire
después de dos días y medio sin él.
-Con ella-

Acabo de terminar el café
que llevo sin pedir desde antes de ayer.
Acabo de cambiarme de asiento
sólo porque al lado había un hombre, y me ha rozado,
y se ha llevado parte de tu piel.

Ahora estoy al fondo del vagón,
rodeada de personas
e intentando asfixiar estas ganas de llover.

“No vas a llorar porque esto no ha sido una despedida”- me duelo,
pero vuelve a venir a buscarme con tus minutos de antes,
con mi maleta de vida 
y un fin de semana por delante.

Vuelve a tirar de mi manta
para arroparme las ganas de quedarnos aquí.
Vuelve a por mí,
que a este tren le falta presencia a mi lado
para rozarme sin cuidado
y no tener miedo a desprenderme de ti.

viernes, 10 de mayo de 2013

De cielo tengo poco, pero abarco como nadie

Hoy voy a jugar a ser la chica más triste de todo el barrio.

Hoy me voy a doler contigo
aunque no me hayas invitado a tu duelo.

Hoy vamos a mirar a la muerte de cerca
y le vamos a decir,
que también podemos morir de vida 
si es que algún día nos dejan vivir.

Hoy en vez de contar estrellas
voy a contarte las lágrimas fugaces 
que llueven de tus ojos.

Va a venir la luna a reírse de nosotros
y a llenar la noche de luz
aunque sólo queramos que nos apaguen las velas.

Y es que al cielo 
no le puedes pedir que aprenda a abrirse cuando tú sonrías,
y a lloverse para hacer compañía a tus malos días.

-Pero a mí sí-

A mí pídeme que te llueva estrellas 
y te juro que me recorro el universo para comerme cada destello.
Pídeme que sonría 
y me trago el sol sólo para cegarte.

A mí, sí me puedes pedir que te quiera 
o sólo que te abrace,
porque yo no soy el cielo.

Y si no quieres ver a nadie, 
me hago invisible para quererte.
Pero no dudes en pedirme hasta lo imposible
que en cada intento fallido
estamos a un paso menos de conseguirlo.


Vivir es igual de fácil que olvidarte al sueño,
la diferencia es que si te cansas viviendo
sólo hay una cama donde te quieres olvidar.
Mientras que el sueño...
el sueño se puede coger en cualquier lugar.


-Te abrazo en cada segundo que me quieras a tu lado, pequeño-

viernes, 3 de mayo de 2013

Eres el énfasis de mi resto

No me gustan las faltas de ortografía, 
pero adoro las normas que traspasas 
para colmar estas ganas de sujetarte conmigo.

Me gustan las tildes bien puestas 
y apagar el sol
en cada puesta
con tu acento tatuado en mi piel.

Las comas en su sitio 
y mi sitio en tu cama,
es como tiene que ser.

Mi caligrafía no es nada envidiable
pero algunos matarían por utilizarte 
-eres 
la pluma con la que escribo este papel-

Serían capaces de vender todas
y cada una de las vocales
sólo por sacar la tinta de las lágrimas que lloras
cuando tu libro preferido no se deja leer.

Me gusta
también
acabar las frases con puntos suspensivos 
porque así
parece
que algún día puedes olvidarte
y volver.

Las haches en su punto,
el amor sin escrúpulos
y las -v al principio del imperativo "ven".


No suelo utilizar signos de admiración
porque todo lo que admiro
se encuentra en tu escala dubitativa.
Déjame acceder a tus respuestas,
envuelve el miedo de que conozca 
tu verbo ser.


Todo lo que temo,
en este punto y aparte,
es que te encuentren los mejores poetas
y hagan de ti
lo que Neruda es capaz de hacer con las letras,
dejando a un lado 
la primavera y sus cerezos.