lunes, 17 de septiembre de 2012

Yo al bucle de tu olvido, tú al redil de mis instintos


¿Cómo se sale de una vida cuando no se ha entrado en ella? ¿Cómo te sacan de un lugar sin haber estado nunca? ¿Cómo te planteas, octubre? ¿Qué me vas a quitar y cuánto tiempo de calma me vas a entregar?
He entrado en contradicción conmigo misma más veces de las que he podido soportar, pero he salido. A veces, me han sacado. Ahora estoy contrariada. Esa sensación de: "será mejor dejarlo aquí hasta que las circunstancias nos acompañen". Que un "mientras tanto" se haga con tu vida y un "mientras pueda" me saque de aquí. Que te vengo a decir que me sabes a poco. Que da igual el tiempo que te quedes, que siempre que te vas me dejas con un pedazo de ti. Puedo estar coleccionándote hasta que me lo pidas. Pero, es curioso, ya que siempre antes de venir, me preguntas si sigo queriendo que vengas y siempre antes de irte, nunca me dices si sigo queriendo que te quedes. Parece que hemos asumido que cada piel tiene un retorno, que nuestro sitio por ahora es sólo a ratos, sólo a trozos. Empiezas aportándome, acabas tornándote. De vuelta. Donde siempre. Como siempre.
Me cuesta pensar en no verte, me cuesta pasar los días sin ti, me gusta pensar que eres para siempre, aunque no crea en lo eterno, me gustas sin más, a rabiar.
Hoy ya sabes que el día no acompaña, que nuestro domingo han sido menos de cuatro horas, las otras veinte se las llevó el sueño, y como parece que el día no puede terminar sin una conclusión, quiero decirte que para cuando no estés (no estar de haber salido de este sitio que te has creado en demasiado poco tiempo, si algún día decides no ser conmigo) que sepas, que hoy a día diecisiete de septiembre de dos mil doce, rondando un poco más de la medianoche, me faltas. Que entiendas que mi constitución izquierda pide a latidos que nos hagas hueco cuanto antes. Y si antes es mañana, mejor. Y si mañana es cada día, mejor. Y si cada día decides ser a mi lado, mejor que mejor.
Y si decides no ser algún día, que quede constancia de la falta que me hacías, que quede reflejado en estas letras que me tuve que hacer amiga de tu ausencia y recibirla con la mejor cara, pero que no se olvidara tu presencia de que aquí tiene alquilada una parte de mi espalda.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Cuando le adjudicas un costado, un roce, un sonido


Que buscara su rincón en tu dorsal oceánica y que se diera cuenta de que las risas creadas por el sistema límbico de tu cuerpo son gracias a sus volcanes submarinos, a sus declaraciones de guerramor. 
Y aunque no (con)viva contigo, todo está bien. Todos dormimos bajo la misma estratosfera, no nos hacen falta estrellas de mar que nos unan, vamos sobradas de fisuras. 

Viviremos en un Rift, entre seísmos y lava. Construiré dos puentes. Uno que te traiga hasta aquí, hasta tu lado de la cama y otro que te lleve directamente a la palma de mi mano, donde el hipocentro se encuentra a más de diez grietas.

 
Deja que andemos sobre planos de fallas.
El desplazamiento opuesto no es negativo si después sabemos crear nuestra tectónica de placas. 


jueves, 13 de septiembre de 2012

Se me escapó, pero no se dio ni cuenta



No es una frase cualquiera. No es un detalle cualquiera. No es un libro cualquiera, ni tampoco es una historia cualquiera. No fue cualquier día a cualquier hora. No fuiste ni eres una casualidad cualquiera. Eres lo más parecido a la palabra intensidad que he conocido hasta ahora. Eres lo que más se asemeja a mi sitio de pensar y a mi sitio de gritar.
Yo, que nunca creí que volvería a sentir de esta manera tan inescrutable. Yo, que juré no dejarme llevar por el miedo a perderme otra vez. Yo, que me costaba entender la diferencia entre mostrar y demostrar.
Y yo ahora. Ahora creando urbanizaciones en tu espalda, llenando tus extremidades de vegetación y fauna, dejando que formen nidos en ti, que hibernen en tu cuello. Ahora yo, alquilando cotos privado de (casi) caza con el fin de aniquilar las malas hierbas de tus bosques a base de disparos al aire. Ahora yo, sin armas ni metales, sin más que mis manos cargadas de palabras propulsadas hacia tu clavícula. El día que me muerdas las ataraxias habrás puesto tu bandera de pijama sobre mi manta.
Mi equilibro se tambalea cuando oye hablar de ti. Mis ojos cambian sus paisajes por tus laterales, por los rasgos de tus camisetas, por los arañazos de tu interior, por las mañanas de ausencia.
Mis oídos cambian los susurros que tienen coleccionados por tardes de invierno a tu lado.
Mi piel cambia las caricias que tiene tatuadas con alfiler por todas tus manías.
Cambio París por cualquier rincón contigo.
Llegados a este punto en el que soy capaz de vender mi realidad y mis inquietudes por una inspiración de tus pulmones, cabe entender que casi no estaría dispuesta a seguirte sin dirección alguna.
Déjame decirte que las mejores flechas las guardan tus pies cuando se enfrentan con los míos antes de darme un beso.  

martes, 4 de septiembre de 2012

Que no es amor, es otra cosa


¿Quién da la vez en esto del 'amor'? ¿Quién va a la vez en la misma dirección? Y suena un 'yo'.
Y no es nadie, eres tú.
Quien se ofrece a dar sin recibir, quien regala por sentir, quien no compra un corazón. Eres tú quien alquila habitación para ganar espacio entre sus aristas, quien te cobra lo máximo en besos, la mínima pensión de alimentos. La misma que contrariada destroza los planes que nacieron entre sábanas. Eres tú. La que dice que está sola, que todo lo que empieza, acaba, que hay amores por edad, por tiempo. Que dividiendo el espacio se pierden metros pero se ganan abrazos.
La que anota lo que suma, la que resta de la lista de reproches que aparecerán y cuando no haya más, tirará de los malentendidos anotados en la hoja de 'distancia'.
Eres tú la de las dudas infinitas, la que da la bienvenida a la realidad, la que sopesa más el tiempo compartido en vivo que el diferido. Eres tú la que acabarás entendiendo esto del 'amor' (?) entre comillas y con signo de interrogación. Este tema que parece el indicado para salvarte de la vida según Neruda y según la experiencia, el que no atiende a razones ni a explicaciones, que si sientes que tienes que hacerle feliz, te jodes y empiezas a aprenderte cada dársena que trae maletas rellenas de 'cada dos días' y forradas de post-it que trazan escondites en corazones.
Y si tienes que esperar semanas aunque no quieras hacerlo, pues esperas, porque sabes que si no lo haces, tus días transcurrirán al mismo ritmo que si esperas pero sin ninguna prisa. El tiempo no meterá quinta, no engordarás de días de la semana, ni mirarás el móvil con tanta expectación como lo haces ahora. Sobre todo no sonreirás de la misma manera, y mucho menos sufrirás insomnio que lleva nombre y apellidos, dirección y teléfono. No comerás. No soñarás. No sentirás que quieres compartir cada milésima de vida con sus manos frías guiándote hacia el calor humano.
No tendrás diez mandamientos si decides no esperar lo que haga falta.
Es justo eso, la falta. La hora y veinte. Los ciento quince kilómetros. Septiembre.
Es septiembre y a mí 'me llaman octubre desde que sólo hablo de ti'.
Y no, no le pidas a tu razón que entienda lo que pasa y mucho menos que etiquete un vínculo, esto es lo que es, la falta es la ausencia y lo que echas de menos es a ella.

Te pido que te ca(n)ses conmigo hoy también, a ochenta minutos de tus pies pequeños y con lo (más que) suficiente para ir a París.

(¡Fíjate, eres tú y dije: 'pues soy yo', ¿no voy a ser yo?')