¿Quién da la vez en esto del 'amor'?
¿Quién va a la vez en la misma dirección? Y suena un 'yo'.
Y no es nadie, eres tú.
Quien se ofrece a dar sin recibir,
quien regala por sentir, quien no compra un corazón. Eres tú quien
alquila habitación para ganar espacio entre sus aristas, quien te
cobra lo máximo en besos, la mínima pensión de alimentos. La misma
que contrariada destroza los planes que nacieron entre sábanas.
Eres tú. La que dice que está sola, que todo lo que empieza, acaba,
que hay amores por edad, por tiempo. Que dividiendo el espacio se
pierden metros pero se ganan abrazos.
La que anota lo que suma, la que resta
de la lista de reproches que aparecerán y cuando no haya más,
tirará de los malentendidos anotados en la hoja de 'distancia'.
Eres tú la de las dudas infinitas, la
que da la bienvenida a la realidad, la que sopesa más el tiempo
compartido en vivo que el diferido. Eres tú la que acabarás
entendiendo esto del 'amor' (?) entre comillas y con signo de
interrogación. Este tema que parece el indicado para salvarte de la
vida según Neruda y según la experiencia, el que no atiende a
razones ni a explicaciones, que si sientes que tienes que hacerle feliz, te
jodes y empiezas a aprenderte cada dársena que trae maletas rellenas
de 'cada dos días' y forradas de post-it que trazan escondites en
corazones.
Y si tienes que esperar semanas aunque
no quieras hacerlo, pues esperas, porque sabes que si no lo haces,
tus días transcurrirán al mismo ritmo que si esperas pero sin
ninguna prisa. El tiempo no meterá quinta, no engordarás de días de la
semana, ni mirarás el móvil con tanta expectación como lo haces
ahora. Sobre todo no sonreirás de la misma manera, y mucho menos
sufrirás insomnio que lleva nombre y apellidos, dirección y
teléfono. No comerás. No soñarás. No sentirás que quieres
compartir cada milésima de vida con sus manos frías guiándote
hacia el calor humano.
No tendrás diez mandamientos si
decides no esperar lo que haga falta.
Es justo eso, la falta. La hora y
veinte. Los ciento quince kilómetros. Septiembre.
Es septiembre y a mí 'me llaman
octubre desde que sólo hablo de ti'.
Y no, no le pidas a tu razón que
entienda lo que pasa y mucho menos que etiquete un vínculo, esto es
lo que es, la falta es la ausencia y lo que echas de menos es a ella.
Te pido que te ca(n)ses conmigo hoy
también, a ochenta minutos de tus pies pequeños y con lo (más que) suficiente para ir a París.
(¡Fíjate, eres tú y dije: 'pues soy
yo', ¿no voy a ser yo?')
Me estoy leyendo tu blog de arriba abajo, de lado a lado, vamos, de punta a punta. Y lo mejor de este texto es la frase de la mujer de juan y medio :D
ResponderEliminarNo, en realidad no, pero le da un genial toque final.