viernes, 26 de julio de 2013

Una vez no tuve miedo

Resulta tan claro hablar del mundo 
que
a veces
se vuelven opacas las palabras 
y no dejan que su significado 
traspase a la persona en todos los sentidos 
del verbo. 

Creo que la mejor manera de 
hacer ver que estás aquí, 
existiendo como ellos, 
es dedicándoles cada letra realizada 
de un solo trazo sin levantar el lápiz del papel

prácticamente como lo hace mi mirada 
cuando te sigue al marchar
de un solo trazo te atrapa 
y sin levantar la vista. 

Casi también como lo hacen mis manos 
cuando te sienten
y de un solo trazo te arriman 
sin levantar sospechas. 

Me encanta, 
porque también se parece a mi boca 
cuando de un solo trazo te susurra 
y sin levantar la voz. 
Pero no me gusta más que mis labios 
cuando de un solo trazo te muerden 
y sin levantar heridas. 

Por todo ello, 
a lo que más se asemeja es a mi nariz
cuando de un solo trazo te expira 
y sin aliento
levantas cada andamio caído 
para que pueda continuar construyendo 
senderos donde tus sueños
tus manías
tus inquietudes 
y tu sonrisa 
se hacen con mis pasos
de un solo trazo me enganchas 
y sin levantar murallas,
me voy contigo.

jueves, 18 de julio de 2013

No llores, el mundo no tiene sed

Me he olvidado del olor de tus mejillas,
he recordado el rosado de tu olor.
Me han dejado de doler las despedidas,
bienvenidos todos al centro de mi atención.

Un adiós se hizo con mi vida
desde que se marchó mi primer amor.
Para mí el amor no entiende de medidas
y me está echando un pulso la razón.

Quédate hasta que vengan primaveras
a inundar las fortalezas de mi invierno.
Quédate hasta el día en que aprenda
a tocar el piano,
quédate a ser mi canción.

Déjame olvidarte por un rato,
echo de menos llorar en compañía de mi yo,
una lluvia, un mal día
y desde que apareciste
no hay manera de ahogar mi habitación.

El sol no deja de preguntarme
de qué color quiero mis noches
y me has dejado tan muda
que sólo me sale señalar mi corazón.

El mundo huele a tierra mojada,
no dejan de llover
y yo soy incapaz de seguirles la corriente,
por primera vez
me siento diferente,
esta vez,
me he tumbado mirando el porvenir
por si acaso le daba por volver.

lunes, 8 de julio de 2013

Morir de vida; vivir de muerte


Empezaré a confiar en este mundo de mierda, cuando a los vivos nos regalen flores muertas.

A mí no me vais a volver a engañar con eso de que "quien no arriesga, no gana"; "quien avisa no es traidor". No, no es traidor, es un hijo de puta. 
¿No puedes quedarte en tu esquina de la tierra pensando en tu vida de mierda? No, tienes que joder a los demás.
Pues te voy a decir una cosa, me sobra empatía para darme una buena hostia.
Me lo merezco.

Por saber lo frío que supone ir a ver a alguien que ya no es, a mirar hundir una caja o asistir a la quema de un corazón. Como si no estuviésemos hartos de ver cada día cómo arden en vida miles de corazones que laten por inercia. Como si no asistiésemos cada minuto al entierro de cada uno de nuestros sueños.

Otra cosa te voy a decir, al próximo que se le ocurra vestirse de negro y llevar flores, se queda sin su muerte para toda la vida.

Creo que ha llegado la hora de ser conscientes de lo que realmente merece la pena aquí, porque luego la muerte es una movida, y vete tú a saber si allí te dejan regalar flores, que tengo entendido que a los vivos os llevan agua.
Y todavía no sois capaces ni de mantener con vida una planta.
Joder, ¿qué os falta?
¿Qué necesitáis ver para saber que los muertos os quieren resucitar y vosotros os empeñáis en seguir muriendo? Casi siempre de amor, cuando siempre es de miedo. 

Estoy de acuerdo en que a veces las noches son nudos marineros, pero los muertos no tienen la culpa de vuestro funeral de vida, 
así que, 
por favor, 
reparta ramos de esperanza
que a este suicidio invito yo. 

sábado, 6 de julio de 2013

Me llama, me río, le miro y me vuelvo a dormir


No te haces una idea 
del trabajo que me cuesta ahora abrirme al papel.

Le abro a él y le dejo en blanco,
como siempre.
Un instante.
Dos.

Me llamas.
Sonrío.
Me río.
Te miro sin tenerte.
Imagino que vuelves.

Te recuerdo
mientras escucho de fondo tus sueños
y me da por pensar que a veces lo haces
sólo para contarme lo bonita que puede ser tu realidad.

Yo mientras te acaricio en mi cabeza,
dejando la película sin final 
porque me come la prisa de comenzar contigo.
Te beso, 
sitúo mis palmas con cuidado en tus salientes
y te juro que lo único que me salía decirte
se apellidaba amor. 

Ríes a lo lejos,
reventando la distancia por teléfono.
Sigues hablando de dormir para soñar
sin saber que en ese momento
te estaba soñando sin dormir.

En mi cabeza,
te hice saber en lo que derivaban mis ganas.
En hacerte.
Quería hacerte entre mis dedos,
ver cómo te deshacías,
cómo te dejabas envolver,
morderte las costuras,
romperte el anochecer con mi lengua abriendo paso por tu piel.
Y aunque quisieras dormir, no dejarte.

Joder, sobre todo no dejarte ir.


Has venido tú 
y no puedo dejar de pensar en tus labios
y en esa manera tan tuya de besarme cada lunar 
diciéndome que tienen complejo de planeta.

Lo que no sabes 
es que son las coordenadas 
de todas las caídas que suma mi espalda.


Me enganchas con tu voz
mientras te dedicas a besar constelaciones
y no sé qué es lo más bonito de todo esto,
si sentirte, a secas
o atreverte a dejarme seca de sentidos.

Terminas colgando mi sonrisa,
despertando tus sueños.
Termino colgándome de tu risa,
soñando despierta.
Descanso de pensarte
y me vuelvo a la cama 
a imaginar que me llamas.

jueves, 4 de julio de 2013

Felicidad, qué bonito nombre tienes

La he tenido entre mis manos
y entre las piernas.
La he besado en Atocha, en Gran Vía,
en la mismísima Puerta del Sol
y a las puertas del cielo.

La he tenido enredada en mi pelo,
la he visto dormir durante seis noches seguidas
y he pensado
si es que acaso no se acaba encontrando
porque se pasa la vida durmiendo.

-¿Acaso la felicidad sueña con ser feliz?-

Seguro que cuando le preguntas a ella
qué quiere ser en la vida
te responde con ser nosotras,
el resto viene solo.

-Y tan solo-, pienso yo.
Si hemos venido a la vida a ser felices
nos podemos ir yendo donde volvemos siempre.

Porque siempre volvemos.

Y volver significa haberse ido una vez
y una vez hacen dos
cuando vuelves al sitio 
que te ha visto irte.