miércoles, 16 de marzo de 2016

Porque existes

Vamos a hacer algo grande pero no vamos a dejar rastro. 
Concéntrate después de esto durante unos segundos, luego volvamos a la rutina. Mírame fijamente a los ojos que no te vieron antes de que te dejaras ver. Préstame atención sólo los años bisiestos, el resto podemos hablarlo para dejar que se enfríe el café. Tengo algo que decirte y algún miércoles cualquiera se me escaparan las palabras que nunca me atrevo a. Tener miedo a pronunciar los verbos para evitar finales hace que nunca sepas cuándo comienzan los principios. Seguramente terminen cuando los pierdas todos por un mal amor, porque también existen los malos amores y no sólo el mal que provocan las enfermedades. Estoy enferma, estuve y creo recordar que tú también. Estoy hablando del verbo, lo estoy haciendo. Te juro que a nadie le he escrito una carta que todavía no he empezado, mi ele. Jamás me tatuaré tu nombre porque te sé de memoria hasta olvidarte. Podrás ser lo que quieras ser, no eres de aquí, tu piel te delata. Déjame decirte que cada vez que te recorren escalofríos justo antes de dormir, nada tiene que ver la sensibilidad humana. Es que te juro que no eres de aquí y tu existencia reacciona ante lo extraño. Ya te he visto antes y no quiero saber con qué mano te acariciaba mientras su gemela te hacia inmortal.
¿Sabes? He visto llorar a mi hermana, y te lo cuento justo ahora porque quizá no te interese esta parte aunque estaba hablando de ti. Me gusta que no entiendas lo que quiero decir hasta el punto de creer que no tengo nada que decirte. Vivo en los silencios. Te estoy escribiendo esto dentro de mí, no quiero escuchar al resto. Estoy a solas conmigo y parece que te estoy viendo. Justo ahora te estás riendo y he pensado en quien estuvo en mi lugar antes. Lloro. Me corto un dedo y recuerdo a Elena en aquel texto porque también ha visto hacerlo. ¿Qué te han hecho? ¿Desde hace cuánto no respiras? Me encantaría reencontrarte, pero tengo miedo a olvidarme y mi cabeza es un objeto punzante. No sé pensar y cada vez que lo intento hago cosas para que pase el tiempo tan rápido como se pasa el invierno. Se me ha quedado frío el ayer. Me gustan los días de abril, sobre todo cuando no te espero. Vengo de donde crees que me he ido, pero he vuelto sin sensaciones, tengo un sentimiento en la punta de los dedos y necesito escribir esto, por eso lo estoy haciendo. ¿Nos querríamos igual si estuviésemos en otros cuerpos? En mi mente hay espacio para cien infiernos, pero he conocido la paz de tu cielo y ahora me da pereza el resto. Hoy he pensado en tu existencia, en todo lo relativo a lo tuyo, y necesito que me recuerdes por qué estamos haciendo esto. Por favor, no me malinterpretes, me apeteces, y tú te preguntarás si no es suficiente la respuesta: porque la vida. Porque existes, porque todo lo que tiene que ver contigo existe, porque dejas a tu paso existencia, porque vives y convives con los humanos, sobreviviendo así al peso de la desidia, y todo lo que sale de ti huele a viento. Y sobrevives a todo esto y a lo que has vivido, y entonces yo me pregunto el por qué necesito que me recuerdes que sigues viva, que todavía tiene que ver contigo lo que existe. Por qué no dejo de pensar que si vivieras en otros cuerpos y yo viviera en otras mentes, que si viviera, que si todavía existiese la mínima posibilidad de que tú existieras, si realmente te querría igual que como no te quiero ahora por miedo a que no me quieras. Te estoy mintiendo y lo siento dentro, pero si me desvivo delante de todo esto voy a salir ardiendo. Necesito -y me preocupa no saber si realmente- que estés, que existas, que vivas conmigo, que sonrías, que te descuides, que te olvides, que se te escapen los suspiros, que sobrevivas a todo esto que todavía parece ser insuficiente, aunque no estoy segura de saber si tú vivieras en otros cuerpos y yo en otras mentes, si nos querríamos como lo hacemos ahora, como no lo hemos hecho nunca antes, ni siquiera con todo lo nuestro, ni siquiera con lo que hemos dejado a nuestro paso, que parece poco, pero ya son años. Si realmente cuando te leo a ti, en otro cuerpo, en otra mente, dedicando palabras que a mí me hacen pensar que en su día todavía estabas viva a otro cuerpo, a otra mente, me pregunto, si realmente aquel dios al que rezabas cada mañana al despertarte supo saber de tu existencia como tú te desviviste por la suya. Si supo conocer la indiferencia con la que mirabas al mundo por existir ella, me pregunto si realmente ella fue la causa de tu muerte o tú naciste así: 
viva para algunos, pero inerte para siempre. 

Es una suerte. 
Es una suerte que ni siquiera te des cuenta de lo que haces. Es una suerte que creas que exagero, que maquillo con palabras, que magnifico los extremos, que se te pase por la cabeza el pensamiento de que sin embargo, a pesar de la muerte, la vida, es una suerte.


Alejandra Saiz.

miércoles, 2 de marzo de 2016

De habérmelo pedido

Hay alguien aquí en tu sitio,
puedo verle desde el mío.
Nunca te quise lo mismo que a nadie
a quien ya he vivido.

Me hubiera perdonado de haber fallado,
pero siempre pensé que dar contigo
era la clave de cualquier acertijo.
Hay que mirar desde dentro para decir:
"sácame del laberinto".

No te preocupes por mí,
alguien hizo que no te quisiera
lo mismo
                                 El dolor es menos dolor compartido
No llores,
nunca te he visto hacerlo por alguien
que no se ha ido.

Te quiero creer,
pero enseguida confío en lo opuesto
porque siempre aparece justo
en el mísero instante
en que miro.
No sé de qué estás hecha
pero sabes a sangre
y nunca te he visto dolerte por nadie.

Sigue estando ocupado el lugar
donde deberíamos ser,
ahora he olvidado mi nombre;
ya no puedo llamarte.
Veo todo desde donde vivo,
veo el mar
y los hijos que hubiera tenido
contigo
                                "De habérmelo pedido"

Te quiero creer,
y sin verbos te quiero,
pero siempre viene un pero
a llevarse lo vivido.
De haberlo sabido,
hubiera pasado por alto el ayer
y me hubiera quedado conmigo.
Queda alguien aquí en tu sitio,
pero no te veo cuando miro.