viernes, 9 de octubre de 2015

Por si esta fuera mi última carta

Me gustaría decirte ahora, desde donde vivo, que es la primera vez que estoy en paz con el mundo porque es la primera vez que he dejado de estar en guerra conmigo. Ya no tengo nada que perder, hace tiempo que me he ido.

Siempre hablé desde el otro lado de la muralla, hice recovecos para mirarte de reojo a través de las grietas y tú, robando las ganas al mundo a punta de pistola, besaste mis cimientos hasta deshacerlos, traspasaste mi Berlín y descubriste mis Americas.
Te quise con los pies en la Tierra y las manos a tientas, te amé con la cabeza en las nubes y el corazón en tu boca. Mordías, pero nunca dolió tanto como el adiós. No he venido a recordar el dolor, ni tu belleza, Andrés siempre lo supo hacer mejor que yo, por si esta fuera mi última carta:

     Me gustaría decirte que lo siento, siento desazón en las entrañas, un vacío en el pecho, el nudo en             la garganta donde te columpiabas, un disparo en la sien, una parada cardíaca. Siento a la vez cómo te amo con todo mi cuerpo, de saber quién soy nunca estaría si no es contigo. Te amo ahora, desde donde vivo, con toda la angustia de besar cada noche a la certeza de no tenerte conmigo.
     Quiero decirte que desde que ya no muero por nadie, vivo menos cada segundo. Nunca te lo dije, pero me entretuve mirando al futuro mientras mi presente se ponía cada día aquel vestido azul del concierto, cómo me hubiera gustado besarte con aquella canción de fondo, ésa que habla de la vida como si hubiera visto reírte.

     Supongo que escribo esto por si esta fuera mi última carta, para decirte todo lo que ya te dije con la mirada y nunca supe hacerlo con las palabras. Lo cierto es que te quiero. Te quiero como seguramente no sepa hacerlo nadie, porque nadie es tan desastre como el mío. Te quiero con todos los poros de mi cuerpo, con cada centímetro de la piel que queda impregnada de ti. Te quiero como ahora tú seguramente querrás a otras, con la misma calma, con la misma saliva que me atraganta. Te quiero a pulmón abierto, con los ojos cerrados, como se ama la primera vez que te roban un beso. Te quiero, ahora que me haces perder el tiempo mirando una pantalla, imaginando que algo cambia en esa conversación donde ya nadie dice nada. He visto más de cien veces cómo desaparecía la única luz que iluminaba nuestros restos. Pero no he venido a contarte esto, por si esta fuera mi última carta:

         Me gustaría decirte que ahora, desde donde vivo, no veo razones, ni quedan motivos para salir a buscar a alguien que todavía no se ha ido. Te has quedado conmigo, ahora estás sonriéndome, vuelvo a ver tu rostro, ya no hay rastro de aquella huida. Desde aquí, desde donde vivo, suena cada mañana el vinilo de una despedida.

No hay tanto espacio para tanto olvido.


Te he querido.
Te he amado con desesperación cuando estaba contigo.
Ahora, desde aquí, desde donde vivo, me quiero desvanecer con un adiós sin hasta pronto, me quiero diluir entre tu recuerdo, quiero despertar y no volver a dormir nunca sobre un sueño.

Te quiero.
Te amo con desesperación ahora que no estoy conmigo.

Nunca sabré explicarte lo que hacías con mi vida.

                                                                       Amé como ama el animal a su dueño;
                                                                       hasta el final. Incondicionalmente.


29 de abril de 2015.