sábado, 13 de junio de 2015

El día que decidí cambiar de vida

El día que supe que no era yo quien reía, entendí que estaba dejando pasar de largo la vida. Todavía no había terminado esa dichosa carrera, Ingeniería Informática, me quedaban 3 asignaturas y el proyecto. 
¿Por qué me metería aquí?, -me volví a decir.

Cuando tienes diecisiete años, te invade un espíritu que jamás vuelve, y tu cuerpo segrega las sustancias necesarias que ayudan a la incertidumbre a decantarse por un futuro inexistente. A los diecisiete, tan frágil y tan invencible, entregas la fianza a tu vida. Qué inocentes podemos llegar a ser los seres humanos y qué perdidos llegamos a estar cuando no sabemos ni siquiera el lugar donde buscarnos. 

Cómo saberme mía si todavía tengo el alma intacta,
cómo saber querer si todavía no me he odiado,
dime cómo se hace eso de vivir
si mi vida acaba de empezar,
cuéntame el final
y acabamos antes.

Siempre había soñado con nadar al lado de un inmenso tiburón blanco, no hay nada que me transmita tanta paz como un océano repleto de aletas. A los catorce ya tenía claro que el único sitio donde deseaba estar, era el mar. Cuando llegara el momento, elegiría biología marina. Años más tarde, empecé a entender que las circunstancias no estaban de mi parte, Valencia quedaba lejos para estudiar esa carrera, y los medios de los que disponía eran insuficientes, mi sueño se difuminaba y se acercaba el día en que tenía que elegir un futuro en Madrid. Por aquel entonces, irónicamente, mi futuro era lo que menos me importaba. A mis dieciséis, vivía cada día por volver a ver al amor, el mismo que años más tarde dejó paso al resto, pero todo mereció la pena, en ese instante mi presente se podía leer en sus manos, tenía razones para quedarme. 

Ver despertar a quien amas, también es cumplir un sueño.

Siempre estuve muy cerca de la tecnología, nací en la época que ya predijo Einstein y conviví con ello hasta decidir que era eso lo que quería en mi día a día. 

¿Pude pensar eso con diecisiete años? Con veintidós me lo pregunto.

La existencia nos engaña,
cada vez tengo más claro
que el mundo ha sido creado
para dejar de creer en él.

Cuando necesitas tomar decisiones importantes, una parte de ti escucha atentamente esos consejos de corazón que sólo recogen palabras que proceden de la cabeza: "estudia algo que tenga salidas, algo que te permita vivir", "¿Biología marina? ¿Y dónde vas a trabajar? ¿En un zoo?" Entre tanto racionalismo se colaba algún: "estudia algo que de verdad ames, algo a lo que quieras dedicar tu vida, tu futuro está en ti, lo importante no es encontrar la salida, sino vislumbrar la entrada." Pero, ¿cómo saber lo que amas a una edad tan temprana? El secreto de eso lo aprendes cuando has dejado de amar y has superado esa edad.

Te detienes y escuchas todo tipo de opiniones, piensas con el corazón, sientes con la cabeza, algo te ata en Madrid y todo merece la pena si te quedas. No puedes irte, Alejandra, la informática te llama la atención, venga, escoge una carrera, y atenta que ya empieza.

De mis años académicos no hay mucho que destacar, exceptuando las personas que me llevo de ellos. El tren del mundo laboral llegó demasiado pronto, pienso. Un trabajo de lo "tuyo", con veintidós, que te permitirá ahorrar para ese máster, un sustento para independizarte, un chute de primeros pasos que te llevan a ese futuro, tu más invisible presente.

El ciclo vital, ese círculo donde te sueltan al principio, te voltean hasta llegar a la desorientación, y ahí, en ese preciso momento en el que ya eres una rueda más que hace girar este sistema, es cuando la sociedad actúa y te sigue engañando con esto de la vida.

Publicidad que esconde
latidos programados,
relojes con rutinas prediseñadas,
horarios donde tener la mente ocupada,
no pienses,
no sientas,
no mires,
no actúes,
no temas,

aquí estás a salvo,
ésa es tu sala de espera,
en breve le atenderemos para que nos cuente sus sueños,
se los extirparemos todos con cuidado,
como toda operación, tiene un riesgo,
y puede que alguno quede vivo.
Trabajaremos con cautela para evitar tal hecho,
somos profesionales,
llevamos trabajando en esto desde el origen de los tiempos.

Cada día, el despertador suena a las 06:30h de la mañana. A las 07:10h la M-40 me espera repleta de cuerpos igual de programados, algunos acaban de salir del postoperatorio y conducen resentidos. Otros, se percatan, a pesar del dolor, de que todavía sienten algún sueño vivo. Sonríen. Conduzco, escucho el silencio de ese habitáculo que tan bien me conoce. Huele a lluvia, todavía hay esperanza. Aparco, entro, camino, me siento. Café, código, ventana, agua, pasillo, hora de comer. Café, código, ventana, agua, casa. A las 20:00h llego, a veces antes, y a las 20:30h empleo la última sinapsis para quitarme de una vez esa losa que llevo arrastrando durante años. 

La atención ha desaparecido por completo, la motivación de mejorar una aplicación que mueve más de dos billones de euros al año va desapareciendo. Mi mundo laboral es increíble, desde mis compañeros, hasta mis responsables en el cliente, pasando por el eslabón de la consultora que me ofreció el puesto, pero yo estoy dejando de sentirme, tenéis que saberlo. Poco a poco, estoy migrando a otro continente de mi contenido vital, mi pecho cada vez me grita más fuerte que necesita salir, mi cabeza me avisa cada noche de que mañana será todo así, mi espalda, mis músculos, mi sustancia gris, mis neuronas, mi sangre, todo cada vez está más débil y mi corazón me dice que no es de vivir.

Cuando necesitas desconectar de tu día, algo falla.
Cuando ya no lees tanto, cuando retienes menos aire en los pulmones, cuando sientes que estás desaprendiendo lo imprescindible, cuando tienes más sueño y menos sueños, algo falla.

Era sábado, se acercaba el verano, quedaban dos exámenes y necesitaba aprobar. Me senté en mi silla y pensé en cambiar de vida. Eché de menos la poesía, eché de menos lo de verdad, eché de menos el tiempo, la infancia, sentirme bien, eché de menos mirar un espejo y reconocer, sentir el aura, lloré y me eché de menos. 

Por un momento pensé en cambiar de vida, 
pero sonó el despertador, 
ya eran las 06:30h,
y comenzaba de nuevo 
el último día.

14 comentarios:

  1. Los cambios son necesarios.
    Pero a veces, pasa que solamente es cansancio de una rutina,que nos quita tiempo para aquello que necesitamos y queremos.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  2. Paulo Coelho decía "El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo"
    Y razón no le falta, pues en el momento que "vivimos plenamente", el tiempo deja de existir.
    Tengo 17 años, y como tú con 22, no me siento, me encuentro lejos de lo que creo, y tengo que elegir que hacer el año que viene.
    Creo que voy a optar por mi sueño, y tú, querida Alejandra, deberías hacer lo mismo. Porque no hay nada tan necesario en la vida, como vivir, y ya hay muchas generaciones muertas en vida. No hagas lo mismo con la tuya.
    A por esos sueños.

    ResponderEliminar
  3. Los 16 son el único momento de tu vida en el que puedes dejarte llevar por tu corazón, en todos los ámbitos de tu vida. Y si te confundes siempre puedes decir que eras joven, que no sabías lo que hacías aunque secretamente sepas que mientes.
    Siempre he pensado que si vas a dedicarte a una cosa el resto de tu vida, ya puedes amarlo porque si no te pasarás la vida deseando algo que ya no puede ser. En cambio, otras veces admiro a esa gente con tal voluntad de hierro que puede desempeñar día tras día algo que sabe que no es lo suyo...
    Todavía eres joven para perseguir tu sueño. La decisión, sólo tuya.
    Un besoo!

    ResponderEliminar
  4. Hola... hace tiempo me visitaste y ahora aquí ando de regreso...
    Leo tus palabras y recuerdo mi época de universidad... Recuerda que hay muchas cosas que van cambiando conforme pasa el tiempo, es solo cuestión de adaptarse y continuar... Te mando un abrazo y que tengas un excelente día...

    ResponderEliminar
  5. De todo hay que vivir en esta vida, incluso de la "no vida", pero como dijo el poeta, "todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar" ...y tu cuentas los tuyos preciosos

    ResponderEliminar
  6. ¡Al mundo!
    No puedo ser tu salvador.
    No quiero ser tu tirano.
    Te salvas, porque no me da la gana.
    Para ti, seré el hombre más libre que nunca jamás te haya pisado.

    El burlador de Las Cocuizas.

    ResponderEliminar
  7. Escribo esto con la esperanza de que alguien lo lea y me ayude ha hacer que la gente conozca el blog que a continuación indicare. La chica que dirige el Blog me parece que tiene un gran potencial, y merece al menos la oportunidad de que la gente conozca de su existencia. Por cierto Alejandra, cada uno de tus textos son unicos e increibles, me encantan. Aquí les dejo la dirección, por si les interesa.... https://ansiasypoesia.wordpress.com/

    ResponderEliminar
  8. Hola, Alejandra! La verdad te felicito porque hoy en día no se encuentran textos tan reflexivos como los tuyos y que lleguen de manera tan personal al lector. Amo tu forma de expresarte y me alegro de que puedas pensar en liberarte y animarte a ser lo que quieres. En cuanto puedas y quieras te invito a que visites mi blog que está recién salido del horno.... Gracias por tu arte, saludos desde Argentina!!

    ResponderEliminar
  9. Joder Alejandra. Cada vez que te leo se me queda algo en el pecho que qué se yo cómo explicarlo con caracteres. Gracias de verdad.

    ResponderEliminar
  10. Increíble. No sé si será porque yo ahora estoy a poco tiempo de ese momento en que elegir puede significar equivocarme y...no sé, me has hecho identificarme; es como si hubieses reflejado en este texto todo lo que a mí me da miedo llegar a sentir.
    Brutal, de verdad. Poco más puedo decirte.
    http://bailandoenlacornisadelpiso23.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  11. Hermoso... Una de las mejores reflexiones que he leído sobre el tema. Me he sentido tan identificada. Yo también fui una de las que optó por estudiar lo que parecía tener más salidas por encima de lo que de verdad quería. Suerte que reaccioné a tiempo y tras el primer año, elegí cambio de carrera. Fueron años complicados.

    Ánimo, la vida puede sorprenderte en cualquier momento. O lo que es mejor, sorpréndela tú a ella. Nunca es tarde para hacer lo que de verdad se quiere hacer.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. A mí, lo que más me alucina de todo esto, es que hayas llegado a estas conclusiones con únicamente 22 años. Y yo que siempre me he creído con una visión particular de la vida...!

    ResponderEliminar
  13. Increibles. Tus letras son increibles.

    Me encontré en varios textos que lei. Me calaron muy profundo sinceramente.

    Y acá estoy, en la oficina, olvidandome por un momento de que estoy casi programado, mientras recorro tu blog.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. muchas gracias por compartir el post El cambio es una parte intrínseca de la vida misma. Desde que nacemos estamos cambiando cada segundo pasa. Nuestro cuerpo cambia, nuestro entorno cambia, el mundo que nos rodea cambia por lo cual nosotros esta implicito hacer un cambio de vida radical

    ResponderEliminar