Te podría decir lo que canta Marwan en
sus canciones.
Te podría decir todo lo que me
encantas.
Te podría decir de qué manera te echo
de menos.
Te podría decir cómo mis semanas
parecen meses sin ti.
Te podría decir el recuerdo que me
dejas de París.
Te podría decir, te podría mentir y
te podría prometer un mundo aparte, un amor del bueno, un “para
siempre”, un infinito, un “tú y yo”, pero no. Eso no va
conmigo.
Puedo decirte, de verdad, con la mano
en mi constitución izquierda que a mí nadie me avisó de esto, a mí
nadie me dijo que un 9 de julio iba a romper tus ventanas e iba a
entrar como el aire. Nadie me avisó de este cataclismo tan precioso,
de este tsunami devastador que ha arrasado con mi desilusión. Me
pillaste así, sin nada donde agarrarme, sin escaleras para subir,
sin saber donde ponerme a salvo para no dejar que me ahogases con tu
verano y con tus maletas. Así, tan vacía que ahora me parece
mentira que pudiera seguir viva.
Te prometo que no había planeado nada
hasta que te vi. Entonces ahí sí. A partir de entonces puedes
creerme, porque realmente no tengo ganas de ninguna cosa que no sea
intentarte. Intentarnos.
Hablábamos de cómo en tan poco tiempo
habían pasado años por nuestros corazones, casi por nuestra
memoria. Nuestros recuerdos parecían datados de décadas anteriores
y yo entonces sólo pude creer que no era la primera vez que te veía.
Tu cara me suena de algo. Me suenas. Y no sabes lo bien que me
suenas. No dejes de sonar, por favor.
Sí y con "ñ" también.
Cá(n)sate conmigo hoy, 9 de octubre de
2012.
Vuélcate en mi abismo, pequeño
mapache de manos frías.
Somos una gama cromática preciosa,
¿lo sabías?
No hay comentarios:
Publicar un comentario