martes, 21 de mayo de 2013

El viaje más triste del mundo tiene nombre de vuelta

De los domingos no te puedo decir nada,
porque han dejado de ser nostalgia para ser contigo.

Pero de los lunes...
Ahora entiendo lo odiados que pueden llegar a ser.
Qué difícil es vivir después de morir a tu lado.


Me acabo de subir al tren más triste del mundo
con ventanas teñidas de lágrimas,
-producto de una mala despedida-
y sólo he mirado el reloj una vez.

Y he logrado entender, 
que la eternidad se encuentra
en los ojos de quien mira,
y no en la longitud de la vía.


Acabo de tomar aire
después de dos días y medio sin él.
-Con ella-

Acabo de terminar el café
que llevo sin pedir desde antes de ayer.
Acabo de cambiarme de asiento
sólo porque al lado había un hombre, y me ha rozado,
y se ha llevado parte de tu piel.

Ahora estoy al fondo del vagón,
rodeada de personas
e intentando asfixiar estas ganas de llover.

“No vas a llorar porque esto no ha sido una despedida”- me duelo,
pero vuelve a venir a buscarme con tus minutos de antes,
con mi maleta de vida 
y un fin de semana por delante.

Vuelve a tirar de mi manta
para arroparme las ganas de quedarnos aquí.
Vuelve a por mí,
que a este tren le falta presencia a mi lado
para rozarme sin cuidado
y no tener miedo a desprenderme de ti.

3 comentarios:

  1. Decir que me encanta es poco.
    Qué preciosa forma de (no) llover.

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  2. Pues, ¿sabes? A mí hace poco me explicaron que la distancia es sólo una palabra que cobra sentido si la tomas como una dirección. Han hecho que deje de medir las faltas porque siempre es aunque no esté físicamente. Y joder, no te haces una idea de lo que puede llegar a significar una despedida cuando sabes que es un tren menos para volver a verle.

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