y entre las piernas.
La he besado en Atocha, en Gran Vía,
en la mismísima Puerta del Sol
y a las puertas del cielo.
La he tenido enredada en mi pelo,
la he visto dormir durante seis noches
seguidas
y he pensado
si es que acaso no se acaba encontrando
porque se pasa la vida durmiendo.
-¿Acaso la felicidad sueña con ser
feliz?-
Seguro que cuando le preguntas a ella
qué quiere ser en la vida
te responde con ser nosotras,
el resto viene solo.
-Y tan solo-, pienso yo.
Si hemos venido a la vida a ser felices
nos podemos ir yendo donde volvemos
siempre.
Porque siempre volvemos.
Y volver significa haberse ido una vez
y una vez hacen dos
cuando vuelves al sitio
que te ha visto
irte.
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