Pareciese
como si cada vez que me atrevía a resbalar por ella
dos verbos hacían las maletas
para poner rumbo al silencio.
-Un beso, dos verbos-
y no recuerdo haber dejado de hacerlo
desde que pusiste tu rumbo dirección Madrid.
La noche después de la última vez,
fue la noche en que entendí que para hablar
no hacen falta palabras,
y para ser contigo
no es necesario que estés.
Sólo que seas.
Que llevamos siendo cada día
desde el primer mes
y eso es lo más real que se puede vivir al lado de un sueño.
Esa noche nos sobró valor para tanta cama;
nos faltó colchón para tantas ganas.
Me invitabas a intuir
mientras te mordías la vida
en los intentos de no pronunciar los verbos
que provocan las temibles huidas.
Tienes pendiente un silencio
que no hace más que gritarme versos
con terminación valiente.
Y es justo en ese momento
cuando decido irme,
dejando a mi lado cobarde salir corriendo
antes de que sacie estas ganas de conjugarte.
Y sí,
me fui,
pero contigo.
Como se van las mejores personas que merecen vivir,
como si los mortales
nos prohibiesen este tipo de... amor
que pertenece a la especie en peligro de extinción.
Nos fuimos,
en silencio,
esperando a que los besos
deshiciesen todos
y cada uno de los tiempos.
Dándome cuenta de que no me hacen falta pretéritos
para tenerte en todas tus formas.
Me fui,
encontrando lo imperfecto
en el gerundio de tus sueños.
Me siento e x a c t a m e n t e igual. Y joder.
ResponderEliminar"Qué guarrada sin ti" o sin él. No sé. Dímelo tú.
Eliminar<3 :)
ResponderEliminarLo malo de irse no es marcharse, es no poder mirar atrás sin dolerse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo creo que es bonito dolerse si después sabes salir de ahí. :
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